Desde mi ventana
Carmen Heras
¿Qué se saca de aquesto? ¿Alguna gloria?
¿Algunos premios, o aborrecimiento?
Sabrálo quien leyere nuestra historia.
(Garcilaso de la Vega)
Resulta que del debate viene la luz, pero no siempre. A veces el debate se emponzoña desde el principio por un mal manejo de los términos y de las intenciones.
Nuestro acontecer de hoy dedica tiempo a subrayar las verdades obvias con adjetivos altisonantes. El otro día, una modelo subida en unas plataformas altísimas se cayó en la pasarela. Su compañera, haciendo ejercicio de educación y de respeto, volvió hacia ella y la ayudó a levantarse. Si una lee las crónicas de sociedad sobre el asunto verá como tachan de extraordinaria sororidad lo que siempre ha sido una mera cuestión de saber comportarse unos con otros. Ya es bastante, pero es lo lógico y no debiera ponderarse como algo fuera de lo común, porque esto último no hay obligación de hacerlo y lo primero sí. ¿Se imaginan que la que no se cayó hubiera seguido desfilando como si tal cosa, ajena a todo lo que no fuera ella misma y los espectadores? Habría sido difícil de entender, incluso desde el más puro sentido estético.
Quizá porque exageramos en el halago, lo hacemos también con los insultos. No hay nada más fácil que hacerlo con quien ya no tiene poder. Como lo es, enmendar la plana a alguna decisión tomada por la Comunidad, pasados y pasados los años. Lo hemos visto el otro día en el caso de una intervención de Juan Carlos Rodríguez Ibarra en un mitin del PSOE para los compañeros.
Hablaba Juan Carlos de Extremadura, región que conoce bien porque no en vano la gobernó durante muchos años, y defendía (algo común en su forma de actuar siempre) su derecho a defenderse desde dentro y desde fuera. Lejos de las lágrimas y las quejas, sin complejos de inferioridad, con la fuerza de los extremeños que la quieren desde ambos lados y alegaba que, puesto que fueron muchos los que se marcharon (y lo siguen haciendo), mejor le vendría a esta tierra que quienes recomiendan o recriminan sobre lo que está bien o mal aquí, se involucrasen más en ella con su esfuerzo y sus impuestos, dado que les interesa su desarrollo. Hay que conocer poco la trayectoria política de Ibarra para extrañarse de estas palabras, leit motiv de su discurso durante años. Y tener muy poca memoria para negarle el derecho a decirlo. Usando argumentos que nada tienen que ver con el fondo del asunto.
Supongo que la cabeza de las personas debe servir también para pensar. En todas las direcciones. Quiero creer que hay más de improvisación y criterios mal concebidos en el punto de arranque de la polémica y menos de mala voluntad. Cuando alguien decide hacer una crítica cualquiera, debiera saber que la misma será utilizada por cuántos tienen, o creen tener, deudas pendientes con el criticado y aprovecharán (¡ay, la condición humana!) que “el río Pisuerga pasa por Valladolid” para tirarle unas “flechas”.
Sorprende más la actitud de los “socios” de la misma organización ¿De verdad piensan hacer méritos a base de intentar ningunear a quien es uno de ellos?. Parece una magnífica torpeza. Eso sí que hace grande al enemigo. No tiene ni que despeinarse, pues el trabajo político se lo hacen los compañeros del referente.