Háblanos de tus comienzos. ¿Qué recuerdos guardas de ello?

La verdad es que yo era un niño cantarín, al que le gustaba cantar a todas horas. Mis comienzos tienen que ver con la adolescencia, cuando tenía 13 años. Fui a un concurso de radio a cantar una de Manolo Escobar, aunque mis comienzos como cantautor fueron a partir de los 16 años. Ahí me compré mi primera guitarra y aprendí los acordes. En febrero del año 69 empecé a leer a los poetas y a musicarlo. A partir de ese momento, he musicado todos los años 70’, a los grandes poetas, y por fin en los 80’ aprendí a escribir y a encontrar mi yo poético y a contarme en poesía.

En uno de tus temas, en concreto “Soy”, dices: “Soy lo que fuimos ayer, soy lo que está por venir”. Siguiendo esta premisa, ¿cómo te defines? 

Yo creo que esos versos definen mi actitud ante la vida. No renuncio a lo que fui, todo lo contrario, pongo en valor aquello que fuimos, aquellos jóvenes de los 60’ y los 70’ que luchamos altruistamente contra la dictadura, que hicimos de la canción una herramienta para transformar a las personas, la sociedad, el mundo…

Por lo tanto, no renuncio a nada de eso y no vivo del pasado, sino que intento mirar hacia el futuro. Yo creo que esa frase es certera. Soy de donde vengo, pero no renuncio a vivir el presente y a pensar también en el futuro.

Tu último trabajo, “Extremadura Fado”, es un homenaje a nuestra tierra y a Portugal. ¿Cómo surgió la idea de este disco? 

La verdad es que ha surgido sola, no es un acto premeditado sino de la propia creación, del momento de empezar a escribir y a componer.

En la segunda pandemia quise enamorar a una extremeña por Whatsapp y de esos 20 días o un mes nació lo que ha sido ‘Extremadura Fado’. Del intento de amor a una extremeña nace el amor a Extremadura.

Posiblemente es el disco que le debía a mi tierra. Aquel niño que salió con 7 u 8 años hacia Navalmoral de la Mata y que luego vino a Madrid, no ha abandonado sus raíces.

Yo creo que es el disco que le debía a mi gente, a mi ser extremeño, a mi alma extremeña.

¿Te atreverías a decirnos qué tiene Extremadura de portuguesa y Portugal de extremeña?

Desde la cercanía, desde los pueblos rayanos, yo creo que tienen una semejanza territorial en muchas de las zonas del Alentejo y toda la parte que da para Extremadura. Creo que culturalmente tiene una tradición, más allá de que haya habido épocas de darnos la espalda. Siempre ha habido una mirada cercana desde la cultura sobre todo, desde el fado de Amalia Rodríguez, que cantó y grabó un disco en castellano, hasta Porrina de Badajoz, que era un asiduo de Portugal.

¿Cómo ves la industria musical extremeña a día de hoy? ¿Hay una nueva generación que ha cogido el testigo y el legado que habéis construido cantautores como Pablo Guerrero o tú?

No sé si han retomado ese testigo o ese legado. Siento, que al igual que en el resto de España, hay generaciones nuevas de músicos que vienen con propuestas nuevas, desde el concepto musical hasta el concepto poético. Siento que hay gente comprometida, que ya no es sólo la labor de los cantautores que asumimos ese papel político en los años 70, sino que cualquiera de los que creamos o de los que se dedican a crear desde la música y desde la poesía, más allá de su obra, como jóvenes tienen la necesidad de implicarse en la realidad social que nos toca vivir en este siglo XXI, que posiblemente es más dura que la que vivió mi generación en el siglo XX.

¿Qué supone recibir el Premio Avuelapluma de la Música para ti? Teniendo en cuenta además que llegamos un año más tarde que la Medalla de Oro al mérito en Bellas Artes…

La verdad es que yo nunca he pensado en premios a la hora de ejercer mi trabajo, a la hora de crear, de estar en directo o de los años que llevo. Por tanto, recibo con el corazón y los brazos abiertos todos aquellos premios que se me quieran dar, si sienten los que me lo dan que me lo merezco. No aspiro a ningún premio. El premio para mí es la vida que me ha tocado vivir, la posibilidad de vivir de lo que me apasiona y que me gusta, que es la música y lo que me aporta la gente que escucha y que se deja mirar en mi poesía como un espejo reflector.

Tras 50 años en los escenarios ¿quedan sueños por cumplir?

Claro que sí. Está todo por venir y por hacer. Pienso seguir en los escenarios hasta que la voz me retire o yo sienta que no debo estar, pero posiblemente estaré hasta hasta dentro de muchos años.

Como he dicho antes, está todo por venir y por hacer, nuevas canciones, nuevos discos, nuevos públicos a los que conquistar.

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