El curso principal del río Jerte ha aumentado un poco con las lluvias de septiembre, pero lo cierto es que se ha tirado prácticamente seco desde mediados del pasado y cálido verano.
A estas condiciones de sequía se suma un problema que se ha ido intensificando en los últimos años: las extracciones ilegales de agua para riego de frutales. «Un uso descontrolado, que está haciendo desaparecer por completo muchos torrentes, lagunas y cursos de agua en todo el Valle del Jerte», denuncian desde la asociación ecologista Seo/Birdlife.
Existen especies en peligro de extinción vinculadas estrechamente con estos cursos de agua, como el desmán ibérico, «que está prácticamente a punto de desaparecer en la zona»; o la cigüeña negra, «de la que apenas quedan parejas en el Valle del Jerte, habiendo abandonado la zona la mayor parte de la población que existía hace 10 años».
Pero este preocupante efecto sobre las especies de fauna amenazada es solo uno de los graves problemas ambientales que está sufriendo el Valle del Jerte, ante la «aparente indiferencia de las administraciones competentes». Seo/Birdlife ha recibido información sobre tomas ilegales de agua con gomas, que detraen de los torrentes y arroyos del valle importantes cantidades de agua para el riego de cada vez más hectáreas de frutales, principalmente cerezos.
En opinión de Marcelino Cardallaguet, delegado de Seo/Birdlife en Extremadura, “existen cientos de tomas ilegales por todo el Valle del Jerte desde hace años, cada vez más, sin que se aprecie una labor de control y de prevención por parte de la Confederación Hidrológica del Tajo, ni preocupación en los gobiernos municipales. El cultivo de cerezos parece ser lo más importante en esta comarca, habiéndose abandonado de forma notable otros usos, como los forestales o los ganaderos. Cada vez los bosques están más abandonados y ya no hay apenas rebaños de cabras, que antes contribuían a mantener limpios los bosques y laderas, a la par que producían excelentes quesos y carnes”.
Los cerezos parecen ser un buen negocio, al menos a corto plazo, quizá por ello en los últimos cuatro años se han puesto en cultivo más hectáreas que nunca, planteándose incluso abiertamente la tala de los últimos robledales del Valle del Jerte para aumentar el cultivo hasta ocupar toda la superficie posible.
¿Es este el mejor modelo de desarrollo rural para el Valle del Jerte?, se preguntan desde el colectivo medioambiental.
«Desde luego los cerezos en flor son muy bonitos y atraen un turismo fugaz en primavera, pero tienen otros efectos que nadie conoce, que se ocultan y que suponen en realidad una permisividad generalizada con malas prácticas ambientales que son parte fundamental de los problemas: por ejemplo la utilización intensiva de productos químicos (necesarios en algunos casos por haberse abandonado labores agrarias tradicionales) y por supuesto, la proliferación de mangueras semiocultas que desangran los torrentes del valle para regar lo que no llega con las concesiones de la CHT».
Desde Seo, recuerdan cómo, hace unos años, la Junta Rectora del Monumento Natural de la Garganta de los Infiernos se propuso atajar el grave problema de las tomas ilegales de agua dentro del espacio protegido, «ya que mermaban de forma considerable el agua que discurría por el paraje, especialmente en verano, poniendo en peligro el atractivo para los visitantes y la conservación de sus valores naturales. Si tal cosa fue necesaria dentro del único Espacio Natural Protegido autonómico que existe en el Valle del Jerte, es evidente que fuera de dicho entorno, el problema es mucho mayor».
La Junta de Extremadura tiene ahora mismo en proceso de aprobación un Plan de Desarrollo para la comarca del Valle del Jerte, con previsiones de mayores extensiones de cerezos, más kilómetros de carreteras y zonas de desarrollo urbano, que puedan acoger y satisfacer las necesidades de un turismo creciente.
«Pero, ¿de dónde saldrá toda el agua necesaria para ello?, se pregunta Cardallaguet», que asegura que los cálculos del plan de desarrollo comarcal «no mencionan en ninguna parte las extracciones ilegales, simplemente se ignoran, con lo que el problema no existe y todo son buenas expectativas».