AndrƩs Rico,
Presidente UNICEF ComitƩ de Extremadura
Este sigue siendo un mundo duro y difĆcil para demasiados millones de niƱos. Sus derechos, recogidos en la Convención sobre los Derechos del NiƱo (CDN) que ahora cumple 24 aƱos, deberĆan estar plenamente garantizados para al menos todos aquellos que viven en los 193 paĆses que la han ratificado. UNICEF lucha, por mandato de Naciones Unidas, para que este tratado internacional se cumpla para todos los niƱos y niƱas en todo momento y en todo lugar.
Es un trabajo de todos que suma grandes resultados gracias, en primer lugar, a los propios gobiernos y comunidades de paĆses con pocos recursos que deciden que la infancia es una prioridad, y a las miles de ONG y entidades pĆŗblicas y privadas que trabajan por los derechos de la infancia en los rincones menos afortunados de la tierra.
Pero ese esfuerzo mundial no serĆa posible sin la decidida y sostenida ayuda que, desde los paĆses con mĆ”s recursos, prestan personas, empresas, administraciones pĆŗblicas, fundaciones, medios de comunicación y entidades de distintos Ć”mbitos. Por eso todos tenemos motivos para celebrar los avances para los niƱos y sentirnos partĆcipes de las vidas que se han salvado, de los niƱos y niƱas que pueden ir a la escuela, del progreso en la batalla contra el SIDA infantil o de que cada vez haya mĆ”s leyes y sistemas que los protegen.
Hay muchas estadĆsticas que demuestran esos avances y, entre todas ellas, destaca, por lo que supone en vidas salvadas, la reducción de la mortalidad infantil en un 47%Ā en 22 aƱos. Este porcentaje significa que en ese periodo se han salvado unas 90 millones de vidas de niƱos menores de cinco aƱos que, de otra forma, podrĆan haber muerto por causas que podemos evitar con medidas como vacunas, medicinas, una nutrición adecuada o acceso al agua y al saneamiento. La supervivencia es uno de los derechos fundamentales que recoge la CDN y no hay crisis que justifique que un solo niƱo muera por diarrea, neumonĆa, sarampión u otras causas que se pueden prevenir.
Hablar, hoy, de atajar la mortalidad infantil es hablar de salvar vidas amenazadas por la pobreza extrema o por desastres y conflictos.
āNo hay crisis que justifique que un solo niƱo muera por diarrea, neumonĆa, sarampión u otras causas que se pueden prevenirā
Lamentablemente, a pesar de todos los avances, 18.000 niƱos mueren cada dĆa porque sus familias no tienen medios para garantizar su subsistencia: la desnutrición estĆ” detrĆ”s de la mitad de estas muertes, como causa indirecta y, junto a ella, de forma directa, enfermedades como el sarampión, la neumonĆa o la diarrea. Esta es la realidad que lleva a familias a emigrar hacia lugares en los que saben que esto no ocurre y se aventuran, muchas veces con mafias que ponen vidas en peligro, a cruzar el MediterrĆ”neo en barcazas en las que muchos mueren, o a atravesar un desierto⦠El mes pasado casi 100 personas murieron de sed y agotamiento en las arenas del norte de Ćfrica. El Ćŗnico remedio es trabajar sin descanso para atajar la pobreza extrema en la que viven esas familias.
En escenarios de emergencias que dejan a millones de personas sin nada, la vida de los niños depende de la llegada de ayuda urgente para su nutrición, su salud y su protección. Filipinas es uno de los escenarios mÔs recientes, con 4 millones de niños sufriendo las consecuencias del tifón mÔs fuerte que jamÔs ha tocado tierra. Y Siria, donde la larga guerra estÔ dejando un rastro de niños que han visto o padecido una violencia extrema, que huyen dejando su infancia atrÔs y viven en campamentos dependiendo de la ayuda humanitaria.
Son situaciones extremas, de hambre, de guerra, de vida o muerte. En otras partes del planeta, en el mundo rico, los niƱos tambiĆ©n necesitan que sus derechos se vean plenamente cumplidos. En EspaƱa, que es la economĆa nĆŗmero 14 del mundo, la pobreza infantil ya supera el 27%, son mĆ”s de 2,2 millones de niƱos que viven por debajo del umbral de la pobreza, sufren distintos niveles de necesidad y riesgo de exclusión porque sus familias no tienen ingresos suficientes para mantener los niveles de bienestar que deberĆan ser accesibles para todos en un paĆs como el nuestro.
Todos, en cualquier lugar del mundo, en cualquier momento y en cualquier situación, tienen exactamente los mismos derechos. Sigamos luchando por ellos.
En Extremadura lo hacemos: las organizaciones de infancia, los mĆ”s de 6.000 de socios y colaboradores que nos apoyan, empresas, fundaciones, administraciones pĆŗblicas, los medios de comunicación y entidades de distintos sectores (la cultura, el deporteā¦) para, juntos, promover los derechos de todos los niƱos y niƱas. Gracias por este compromiso de todos.