The-young-and-prodivious-TS-Spivet-Les-extravagantes-aventures-du-jeune-et-prodigeux-TS-Spivet

Cine /
EMILIO LUNA

Jean-Pierre Jeunet tuvo su momento, eso es innegable. A todos nos fascinaron sus trabajos con Marc Caro, Delicatessen (1991) y La isla de los niños perdidos (1995), delicias audiovisuales con las que ambos directores crearon escuela. Cuando Jeunet emprendió su carrera en solitario, algunos defendimos Alien Resurrección (1997) con fervor, al entender que se trataba de la más festiva de la saga y que, aunque no era tan buena como las dos primeras entregas, sí que resultaba mucho más estimulante que la tercera dirigida por David Fincher. Muchos nos dejamos arrastrar en su momento por la fiebre de Amelie (2001)… pero la sobreexposición de Audrey Tatou y su cacareado (y publicitario) poso hizo que, de alguna manera, acabáramos hartos de Jeunet. O, mejor dicho, de lo que había quedado impregnado del estilo de Jeunet en el imaginario colectivo: los colorines, los montajes sonoros, los personajes rarunos… Tal fue el hartazgo que algunos pasamos de ver Largo domingo de noviazgo (2004), quizá de manera algo injusta. Y nos dio una pereza absoluta darle una oportunidad a Micmacs (2009). Ahora, tomando como base una novela de Reif Larsen titulada Las obras escogidas de T.S. Spivet (Seix Barral, 2010), Jeunet vuelve con la que se supone que es su mejor película en años, esa que le devolverá el prestigio perdido y que le redimirá de los traspiés críticos y comerciales que ha sufrido en los últimos años. Hablamos de El extraordinario viaje de T.S. Spivet, una película visualmente impecable, llena de bellos paisajes, de encuadres trabajadísimos y de una utilización de las tres dimensiones como se supone que nunca antes se ha visto (gracias al uso de las cámaras recién estrenadas Arri Alexa M 3D).

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