Premio JUAN GUERRERO DE FOTOGRAFÍA: Pedro Armestre, fotógrafo
Colaborador de France Presse y responsable de cubrir las acciones de Greenpeace en España, el fotógrafo Pedro Armestre verbaliza como nadie su pasión por el periodismo. Acaba de ganar el Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2014 por ser el autor de una ya célebre fotografía tomada durante la fiesta de San Fermín de 2013. Fue el autor de las fotografías sobre el Cristo Negro que publicó The Washington Post.
¿Cómo se forjó Armestre como fotoperiodista?
Tengo interés por la fotografía desde siempre. En el colegio era el que iba con cámara de fotos a las excursiones, y eso era raro en aquel entonces (Armestre nació en A Rasela-Verín-Ourense en 1971). Ya en la adolescencia compré un libro en el Rastro sobre técnica fotográfica y me construí una cámara de madera que todavía conservo. Aun estudiando fotografía empecé trabajando en el laboratorio de Europa Press.
¿Cómo es esa relación que mantiene con Greenpeace?
Siempre he tenido una marcada conciencia medioambiental y trabajar para Greenpeace me ha permitido estar en contacto continuo con las problemáticas medioambientales. Ahora mismo, el 70% de mi producción está relacionado con contenidos medioambientales. A partir del año 2003, empecé a cubrir la campaña anti incendios en diversas regiones. Siempre solicito permiso en las distintas CC AA para poder trabajar ‘empotrado’ con ellos, pero hasta hace tres años no me lo concedía ninguna, hasta que Andalucía me dio luz verde para trabajar en el Plan INFOCA, a condición de que pasara unas pruebas físicas muy duras y los reconocimientos médicos necesarios. Así que durante el año, asisto a numerosos cursos para técnicos forestales y lo compagino con la preparación física durante el invierno. Excepto este año, porque sufrí una cogida cubriendo el Toro de la Vega en Tordesillas, y he estado de baja durante cuatro meses.
“El 15M ha sido el acontecimiento más grande desde la llegada de la Democracia”
¿Cómo estructura Armestre su trabajo para transmitir con una imagen?
Tengo dos maneras de funcionar: la actualidad diaria, que es un trabajo muy espontáneo, donde tienes que ir improvisando continuamente, con los recursos que tienes a mano; la otra faceta, se basa en fotos más pensadas y más buscadas.
¿Cuánto tiempo te llevó captar la imagen que buscabas de San Fermín?
Tres años, desde que yo descubro que ahí, en ese enclave hay una foto importante. La hora estaba clara: las ocho de la mañana, la hora del encierro. Pero yo esa foto ya la había hecho, el año anterior y la hice a finales de San Fermín, donde la atención mediática ya era baja, y no había la luz que yo buscaba. Así que, en 2013, sabía que tenía que captar esa misma imagen, pero en el primer encierro de San Fermín, que además fue domingo, por lo que Pamplona estaba abarrotada y la expectación era máxima. Esa fórmula de pensar la imagen con mucha antelación, la hago extensible a otros muchos trabajos.
“El periodismo no está en crisis, es el modelo de negocio lo que se muere”
Danos más ejemplos…
Cuando yo trabajaba en la agencia Cover empecé a aplicar técnicas de periodismo del corazón para prensa diaria. Era la época de los juicios contra Mario Conde y Segundo Marey, etc. Si yo sabía que toda la prensa estaba en la Audiencia Nacional esperando a que llegara un determinado político, yo previamente buscaba la dirección de los despachos de sus abogados, me enteraba de las matrículas de sus coches, para captar imágenes diferentes y poder venderlas. Porque ya en aquella época existía la crisis del periodismo… o más bien de las empresas periodísticas, porque el periodismo no está en crisis; lo que está en crisis es el modelo de negocio de la prensa.
¿Cómo llegaste a captar las imágenes del Cristo Negro?
Fue una propuesta mía. Yo quise venir a Cáceres, porque había oído hablar de esta procesión de origen medieval y se lo propuse a la agencia, que luego vendió las fotos a The Washington Post. Estuve esperando más de una hora en un haz de luz muy determinado, para poder captar las imágenes que tenía en mente. Tuve que ser resolutivo porque, en un principio, la cofradía me aseguró que podría entrar en el templo [en aquel año, la procesión salió de la iglesia de la Preciosa Sangre] pero luego se echaron para atrás. Así que me recorrí la parte antigua de Cáceres con rapidez, para encontrar un lugar adecuado. Esperar. Y disparar.
¿Cómo se forjó la publicación del libro ‘Plaza Tomada’ después de vivir un mes en Puerta del Sol?
En la manifestación previa a que se desencadenara el 15-M noté que había algo diferente, atípico, por la disparidad de gente que había. El germen de Sol no fue solo la indignación, sino la ilusión por cambiar las cosas, y eso ya se respiraba en el ambiente. En mi casa fliparon, porque fui a tomar unas fotos y me quedé un mes a vivir en Sol. Al principio dormía en cartones, con todos los acampados, pero luego alquilé una habitación compartida con otros fotógrafos, que daba a Puerta del Sol. Según iban pasando los días, me di cuenta de la magnitud que iba cogiendo el movimiento, que ha sido el acontecimiento más importante desde la llegada de la Democracia a España. Como tenían un volumen de imágenes muy grande, que la agencia no podía absorber, pensé en publicar un libro, para que todas aquellas imágenes no se perdieran y vieran la luz. Y así nació ‘Plaza Tomada’ gracias también al ‘crowdfunding’.
¿Cómo te sientes ahora al ver que ese movimiento se ha desinflado?
Para transmitir hay que sentir, y yo desde luego llegué a implicarme en ese movimiento. Tuve que alejarme, para no contaminar mi visión como testigo de los acontecimientos. El 15-M inició un germen que tiene que crecer en la cabeza de cada uno de nosotros. La ilusión pervive en esa plaza. A mí me cambió muchos conceptos, al intercambiar pareceres con tanta gente diferente.
Eduardo Villanueva /