¿Has tenido que batallar alguna vez contra el demonio de la censura en tu trabajo?
Nunca he sido un periodista censurado. He tenido mucha suerte en ese sentido, de que ningún editor, consejero delegado, etc, me ha dicho lo que tengo que escribir o lo que tengo que decir o cómo lo tengo que contar.
Otra cosa es que yo mismo me haya autocensurado, por el contexto en el que me encontraba en una situación de conflicto. En Irak, por ejemplo, tenía que contemplar la necesidad de no utilizar según qué palabras para no ser expulsado de la zona. Si lo cuentas todo, automáticamente eres expulsado de un país con un régimen totalitario, por lo que dejas de tener la posibilidad de seguir siendo testigo de ese conflicto.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo, nunca llamé dictador o sátrapa a Sadam Hussein. Utilizaba las expresiones «presidente» o «dirigente» porque en ese contexto hay que andar con pies de plomo.
¿Cómo valoras el nivel de los trabajos presentados? Cómo vives ser jurado de un premio de periodismo?
Pues es una oportunidad para reconocer aquello de lo que va el periodismo de verdad: contar historias y saber incomodar a tu interlocutor con preguntas que no sean pertinentes.
Las historias siguen estando ahí y la crisis ha provocado que se remuevan determinados temas que antes parecían invisibles, como ha ocurrido con el artículo premiado este año el Dionisio Acedo.
En este momento, nuestra labor, en parte, es contar que este país está verdaderamente jodido y que tiene que salir adelante.
¿En qué está trabajando ahora Jon Sistiaga?
Continúo ejerciendo mi labor de reportero en Canal + y estoy muy agradecido por ello. Este mismo jueves estrenamos un documental sobre Ruanda. Se cumplen 20 años de las matanzas ocurridas allí y hemos realizado un documental titulado «Cómo organizar un genocidio». Es un documental que trata acerca de cómo es posible la reconciliación en un país, donde la mitad de la población ha matado a la otra mitad. Es un reportaje impactante con testimonios sobrecogedores.
¿Crees que este tipo de premios son importantes?
Bueno, considero que un periodista no debe trabajar para ser premiado. Un buen periodista ama su profesión, es curioso y canaliza su curiosidad a través del medio en el que es afortunado de trabajar, en estos momentos que corren.
Si luego, además, es premiado por su trabajo, pues perfecto. Pero lo importante es saber husmear una buena historia y hacerla pública. Esa es la verdadera esencia del periodismo.
Texto: Eduardo Villanueva / Fotografía: José L. Gálvez