Tras un primer libro en castúo (“Leyendas Ruralis y Otrus Chismes”), Florencio Rodríguez Figueiras (Bilbao 1971) nos sorprende con un libro que nada tiene que ver con el anterior y que nos presenta en el Batán, delante de su emblemática torre, y del que dice: es su pueblo, curiosidades de un bilbaíno, de padre extremeño y madre gallega que actualmente vive en Cáceres y trabaja en “Los Siete Robles” donde ejerce su actividad de camarero desde hace 21 años.
Jesús Baños /¿Por qué del Batán?
Realmente donde más años he vivido, ha sido en Cáceres. Nacer en Bilbao, aunque viviera allí hasta los siete años, no me marcó demasiado. Los veranos en Galicia fueron maravillosos, pero el Batán es el Batán; ser charnego te da la oportunidad de elegir el lugar de dónde quieres ser y los pueblos dan más identidad que una capital en la cual apenas conoces a tus vecinos. Aquí soy el hijo de Mari la gallega y muchos aún recuerdan a mi abuela Chiduca (Mercedes Balsas) haciendo bolillos en la puerta de casa.
¿Por qué un libro en castellano y gallego?
“NA BEIRA DO MAR” es un libro que nace por dos razones fundamentales: la primera era demostrar que sé escribir perfectamente en castellano y que las poesías del libro anterior, en castúo, no son fruto de la casualidad, ni de la ignorancia, sino del trabajo de muchos años de investigación para aparecer en la escena literaria con un homenaje póstumo a mi padre (Raimundo Rodríguez) en la lengua que le dio el terruño y que siempre viajó con él como seña de identidad. La segunda era hacerle un homenaje, esta vez a mi madre (Mª del Carmen Figueiras), que es y ha sido siempre una luchadora, y del mismo modo que hiciera con mi padre, tenía que ser en gallego, su lengua natal.
¿Te resultó difícil escribir en gallego?
Es difícil, porque la mayoría de las veces el gallego hablado, no tiene nada que ver con el gallego escrito, hay muchas variantes; desde el gallego de aldea que depende de la zona, hasta el ‘castrapo’ una mezcla de gallego y castellano muy común en las ciudades. También aparece el portugués para tapar algunas deficiencias de gramática o semántica con el que los gallegos no se sienten identificados. No obstante, los poemas no han sido traducidos sino que fueron escritos originalmente e así, por eso solo unas cuantas poesías del libro están escritas en esta lengua y versan sobre temas muy endémicos de la zona en la que pasé parte de la infancia y adolescencia.
¿Ves alguna relación entre el gallego y el castúo?
En realidad, tienen más en común de lo que pensamos, pues ambos parten de un castellano antiguo, y salvo por el acento y algún cambio en el giro lingüístico, hay algunas expresiones idénticas, eso sin compararlo con “a Fala” que se habla en algunos pueblos extremeños rayanos con Portugal, fruto sin duda de la relación comercial (mayormente contrabando) entre portugueses y extremeños, y que algunos por su parecido con la lengua galaica, achacan erróneamente al asentamiento de unos gallegos en la zona.
¿En que estas trabajando actualmente?
Ahora he vuelto al castúo porque me quedan muchas cosas que contar de Extremadura, historias que no deben perderse, sencillas pero hondas y con ese toque de ironía que nos regala ver el lado positivo de la vida. ¿Quién te ha editado los libros? Aunque parezca un poco narcisista, los libros los edité yo mismo en la imprenta cacereña “Tomás Rodríguez” y los vendo yo mismo aquí en “Los Siete Robles”, pero la aceptación del público me ha indicado que mereció la pena publicarlos y me anima a seguir escribiendo.