Por fin. Necesitábamos una comunicación oficial de la parte interesada que despejase la incógnita a la que se aferraban los más ilusos. Algunos se agarraban a esa máxima popular de que “quien calla otorga”. Pero no. En este caso se ha cumplido lo que se vaticinaba desde hace tiempo. El gigante comercial no atraviesa por buenos momentos económicos como ha quedado patente en sus últimas operaciones. Una política de expansión en claro retroceso y una venta desesperada de su financiera al grupo Santander para ganar oxígeno. Todos estos síntomas convertían los presagios en manifestaciones explícitas de que el esperado desembarco del grupo de Isidoro Álvarez no iba a suceder, por más que grupúsculos interesados nos vendieran públicamente que si bien no teníamos confirmación oficial, tampoco lo contrario. Y esto nos ha servido como ese tronco a la deriva que nos impide morir ahogados. Ya está. El Corte Inglés se ha puesto en contacto con el ayuntamiento de Cáceres para manifestarles expresamente que no van a venir, que no entra en sus planes y que dejemos de empeñarnos. No vienen por la situación de crisis que padecen, hecho que convierte la operación en una ruina, y no vienen porque ya rompieron hace tiempo el acuerdo. Y aquí viene la gran pregunta: ¿nadie sabía que Cáceres ya no estaba dentro de los planes de expansión de El Corte Inglés?, entonces ¿por qué hemos mantenido esta farsa social?

Dejemos los fantasmas para Iker Jiménez. No podemos construir una ciudad sobre decisiones de otros: aeropuerto internacional, ciudad del pádel, El Corte Inglés…, máxime si responden a estrategias privadas que nada tienen que ver con los deseos de nuestros mandatarios. Cáceres debe empezar a construirse bajo un pragmatismo obligatorio. Una Ciudad Monumental rebosante de vida, que ofrezca alternativas turísticas más allá del paseo recurrente antes de volver a Trujillo o seguir hacia Mérida. Cáceres debe recuperar ese ritmo que tenía años atrás, cuando éramos el centro de la vida universitaria. ¿El botellón nos hacía mucho daño? A nadie diseñó una alternativa mientras dábamos la puntilla a un modelo que funcionaba. No hemos pensado ninguna estrategia urbana. Nos contentamos hablando de que somos “una ciudad de servicios” y que “todo va para Badajoz”.

La confirmación definitiva de que no habrá Corte Inglés es una buena noticia, la chispa que detona el artefacto. Una explosión que más que aturdirnos y abrir una batalla política en busca de responsables, debe hacer que despertemos y empecemos a sentar la cabeza. Una ciudad dormida, a veces conformista y complaciente, pero con un potencial mucho mayor ahora que no tenemos fantasmas.

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