Las crónicas de Cora
Cora Ibáñez

Sergio Pernía

La fuerza de una intuición permite que me funda en una detonación de colores y formas que, de manera sutil, me va arrastrando sobre una eclosión de aleaciones distintas tiñendo de azules, verdes y sienas los lienzos que prenden Las paredes del Gran Café.

Me adentro en las obras expuestas y navego a la deriva, como si de un mar se tratara, y cruzo por tierras sinuosas y arenas profundas que se funden con la imaginación entre mis dedos semejando una madeja de hilos. Me impregno de luces y sombras y circulo por los serpenteantes tejidos que permite a las formas jugar a ser sentimiento abstracto en un ritmo cargado de curiosidad, para arribar en el nacarado fuego que va trenzando las hebras formando un rosario de palabras que se filtran en estas pinturas.

Sergio Pernía nos regala las sensaciones concretas de su arte, como si reposaran en medio de la nada, cubiertos con manchas porosas que investiga en su creación y nos dota de esa mágica quietud que solo un visionario particular, como él, puede ofrecernos.

Se diluye en un trabajo intenso con el reflejo que estas obras representan hoy en esta exposición como si nos envolviera con una capa infinita y el efecto influyera en una cierta música que nos brinda el clima que las texturas suscitan en nuestra mente.

Solo nos resta agradecer al autor su invitación a introducirnos dentro de una vorágine de explosión cromática con la que disfrutaremos, sin duda, de esta rica experiencia.

 

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