Aunque la navidad parece la época de los balances por antonomasia, para muchos creo que es el final del verano el periodo en el que ensayamos un repaso de lo que hemos hecho y dejado de hacer durante los doce meses anteriores.

En los periódicos regionales se asegura que éste ha sido el verano en el que más turistas han visitado Cáceres. A la ciudad se le ha notado, me parece, más movimiento que otros años. A pesar del calor. Pero lo del calor no tiene remedio, así que, teniendo en cuenta el cocedero de marisco (vivo) en el que se transforma esta ciudad en julio y agosto, no está nada mal. Incluso el ambiente que rodea la parte antigua ha cambiado: ahora, como en las ciudades modernas (y pijas), contamos con guías de todo tipo y coches eléctricos (lo de Tuk-tuk no me gusta) que le dan a uno una vuelta por el casco histórico a lo europeo. Más aún. Se anuncia también una reforma en la Plaza de Obispo Galarza para (según se explica) volver más agradable el lugar en el que la mayoría de los turistas se baja del autobús.

Cuidamos el envoltorio sin preocuparnos de que dentro haya algo apetecible

Y todo eso de verdad que está muy bien. No obstante, me temo que, como de costumbre, cuidamos el envoltorio sin preocuparnos de que dentro haya algo apetecible.

Un ejemplo. Hace dos semanas intenté ir a la visita guiada que todos los jueves se ofrece en el Centro Helga de Alvear. Pues bien, se suspendió porque no vino nadie. Nadie. Lo del Alvear clama al cielo. Porque resulta que tenemos uno de los mejores museos de arte contemporáneo del mundo (y encima la entrada no cuesta nada) y, sin embargo, por él se pasa muy poca gente. Desde luego, mucha menos de la que merecería. Si estuviese en Nueva York, Londres o París y costase quince euros entrar en él, habría colas. Pero como se encuentra en Cáceres y es gratis…

Esta ciudad necesita un plan cultural bien estructurado que sepa dar a conocer todo lo que en ella hay. ¿No sería posible, se me ocurre, crear un circuito que incluyese dos centros únicos como el Helga de Alvear y el Museo Vosstell? Y como eso se podrían hacer mil cosas. Lo único que necesitamos es que de la cultura se ocupen personas que sepan de cultura, aunque sospecho que es pedir peras al olmo.

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