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No sé muy bien por qué decidí estudiar Periodismo. Supongo que movido por un espíritu de romántico trasnochado pensaba que había un puñado de profesiones desde las que podías intentar cambiar el mundo. Eso, y que te permitía reinventarte casi cada día, meterte en la piel de los demás y escribir historias, muchas historias. Era una forma de estar conectado con el mundo.

10 años más tarde aquí estamos celebrando el aniversario de Avuelapluma, una cabecera que fundamos a mitad de camino. ¿Pero que serie de extrañas circunstancias se dieron para abrir un semanario gratuito en Cáceres? Sí, ya saben, esta ciudad que se caracteriza por tener un sólido tejido privado (ejem, nótese la ironía). Y arrojo este dato porque la viabilidad de la cabecera se sostiene sobre ingresos publicitarios.

Un 13 de marzo de 2006 —hace 10 años— dimos el paso y salimos a la calle con nuestro primer número. Un titular a dos líneas sobre una fotografía a página completa: “Preocupados por el agua”. Salimos con un tema de candente actualidad. El alto nivel de trihalometanos que contenía por aquel entonces el agua de Cáceres. Y a partir de ese lunes —como venimos desde entonces— “nos encuentran en su expositor más cercano”.

10 años en los que el camino ha sido sinuoso, pero firme. Un decenio en el que no hemos vacilado de nuestras convicciones, aunque esa integridad haya lastrado en ocasiones la cuenta de resultados. Avuelapluma no reajusta su línea editorial con cada cambio de gobierno. Hubiera sido más rentable dejarnos seducir por los cantos de sirena, por promesas efímeras a cambio de sacrificar lo más sagrado que debe tener un medio: su credibilidad. Sin eso no tendríamos nada. Sin eso no seríamos nada.

10 años en los que hemos sido el testigo privilegiado de una ciudad con profundas contradicciones, pero llena de riquezas y matices. Un Cáceres que hay que sacudir para que reaccione. Teníamos ideas más allá de periódico y dimos forma a una agencia de creatividad, amantesdementes. Mitad pasión, mitad locura. De donde debe partir todo proceso creativo. Organizamos el primer certamen de monólogos amateur “Cáceres, como para tomárselo a broma”, o un proyecto tan descabellado como interesante para la ciudad que nos permite quitarnos algo de la rigidez catovi. Sí, amigos, Horteralia vino para quedarse y abrirnos un poco la mente. Nos ha dado tiempo también a llevar hasta Plasencia el Mayorga Rockfest. Y para dar el salto y abrir una delegación en ese país que ahora está tan de moda. ¿Que cómo se llama? Panamantes, claro. Aunque para nuestra sorpresa la idea de montar allí una empresa ya la han tenido unas cuantas miles de personas más. Eso sí, nosotros no estamos en los papeles.

No sé si tienen esa extraña sensación de que Cáceres está demasiado polarizada y que hay demasiados obstáculos que nos impiden avanzar al ritmo que debiéramos. La responsabilidad no sólo recae sobre las instituciones públicas, que deben ser facilitadoras y nunca fagocitadoras de las iniciativas civiles. El desarrollo de esta ciudad debe partir de sus ciudadanos, de su mentalidad, de perder el miedo a que con el desarrollo perdemos calidad de vida. Estoy firmemente convencido de que si todos nos concentramos la cuchara acaba doblándose.

Hemos celebrado 9 años de premios y 10 de Avuelapluma, pero no demos a los años más mérito del que tienen. Uno se puede quedar quieto sin hacer mucho ruido y seguir cumpliéndolos. Los años nos pueden someter o llenar de experiencia y criterio. Los años, por sí mismos, no son nada más que una cifra.

Avuelapluma nos dejó de pertenecer en cuanto echó a volar. Desde que entendimos que solo lo colectivo merece la pena como acto cultural. La creación adquiere su sentido cuando el ego del artista y el vouyerismo del que mira se encuentran a mitad de camino. Estos 10 años nos han pasado la posibilidad de conocer a auténticos creadores, de esos en los que la línea que separa su vida de su obra es inapreciable. Gente que le araña horas a sus días, que roba tiempo a sus familias. Con disciplina o a golpe de inspiración, los que crean tienen algo en común: buscan respuestas y acaban encontrando más preguntas.

Premios que nacieron en 2008 para fomentar el debate y la independencia alejada de las corrientes de opinión y los testaferros de la pseudolibertad periodística. Hoy, los Premios Avuelapluma, se entregan desde un rinconcito de la galia extremeña que no cede al pensamiento único.

Premios que representan el espíritu de este semanario. Premios que reconocen a quines practican el inconformismo y la rebeldía intelectual. Personas que decidieron ganarse la vida en su interpretación más literal. “Ga-nar-se la vi-da” como expectativa de felicidad; ‘ganarse la vida’ como una batalla ganada. ¿Y qué es la vida sino una sucesión de actos concatenados? ¿Y qué es la vida sino un acto creativo continuo e incesante?

Mirar al pasado es un ejercicio catalizador huyendo de la autocomplacencia sabiendo que la rutina nos nubla el sentido y confundimos lo accesorio con lo esencial.

Un semanario cultural. Un término que manoseamos como moneda de cambio, como un ungüento milagroso para barnizar todo. La cultura que nos mueve no es la impuesta, es la que se propaga y contagia, es la cultura más allá de la contraprestación y el intercambio de alabanzas.

Ya ha pasado un decenio casi sin darnos cuenta. Atrás quedaron esas noches de insomnio que pasábamos en una pequeña oficina de seis metros cuadrados sin baño. Todo un decenio desde que mancháramos las primeras páginas de tinta. Un proyecto sin estudios de mercado ni de viabilidad, que hacía presagiar un hundimiento prematuro. Esa flor de un día fue germinando y polinizando hasta alcanzar 30 mil lectores semanales en papel y 20 mil en su versión digital. Un semanario que se ha convertido en el líder indiscutible de su sector. Gracias por leernos.

10 años que nos han servido para comprobar que cuando crees en algo sólo tienes una salida: llevarlo a cabo. Miren si somos optimistas que apostamos por un periódico gratuito: un negocio redondo. Y es que en el fondo sólo se trata de que te sigas preguntando quién eres y por qué lo haces.

Los premios quedarán atrás y lo mismo ocurrirá con la alegría efímera de cumplir una década. Por delante tendremos más años, más portadas y más retos que afrontar. Seguiremos disfrutando de esto que llamamos Avuelapluma. Seguiremos preguntándonos de vez en cuando quiénes somos y por qué lo hacemos. Y sólo por esto ya merecerá la pena haber llegado hasta aquí.

Gracias por estos 10 años.

Conrado Gómez López /

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