Es en la provincia de Cáceres donde se encuentran los carnavales rurales más activos. De hecho, no deja de ser curioso que en los núcleos urbanos como Cáceres (donde el carnaval se llegó a celebrar con auténtico fervor en el Gran Teatro durante los años 20) y Plasencia esta festividad se haya diluido, mientras que la participación social sigue manteniendo el rito de Don Carnal en las zonas rurales.

En Extremadura la celebración del Carnaval se vive de forma muy diversa, mientras que los carnavales de Badajoz son Fiesta de Interés Turístico Nacional desde 2011 (gracias a su animación, murgas y comparsas), los carnavales de Cáceres luchan por volver relucir y retener el éxodo que se produce durante esos días hacia otros puntos más festivos. Cáceres y Plasencia adquirieron un furor carnavalero a principios de los 80 (lógico, teniendo en cuenta que se venía de sufrir casi 40 años de dictadura franquista), que eclosionó en los 90, para irse disipando con la entrada del nuevo siglo.

Baile de máscaras

Los gobiernos tampoco han ayudado a la celebración del carnaval en estas ciudades, puesto que el martes de Carnaval no es fiesta local (en Cáceres está justificado porque las dos fiestas locales son San Jorge y el viernes de Feria de San Fernando; en Plasencia no tanto, puesto que se dedican dos jornadas festivas a la Feria de junio). Actualmente, se está intentado relanzar el carnaval de Cáceres ante la demanda de algunos colectivos.

La recuperación de los bailes de máscaras en el Gran Teatro, que ha funcionado bien en anteriores ediciones (aunque este año no aparece en la programación del teatro cacereño que ha cambiado de gerencia) y el desfile de comparsas impulsado por diversas asociaciones. Ante este menoscabo, y si no uno no quiere viajar a Badajoz, Cádiz o Ciudad Rodrigo, hay que bucear en el carnaval rural para encontrar viva la llama de este festejo. Aunque resulte paradójico es en la provincia de Cáceres donde se ubican los carnavales rurales más activos.

De hecho, cuando los carnavales estaban prohibidos (durante la Guerra Civil y la Dictadura), había pueblos como Montánchez que lo seguían celebrando a escondidas. Ritos ancestrales y curiosos, que nada tienen que ver con los típicos desfiles carnavaleros de las grandes ciudades, se dibujan en diferentes poblaciones cacereñas como Villanueva de la Vera, Montehermoso y la zona de Las Hurdes.

Horcajo acoge el Carnaval Jurdanu

Al igual que todos los años, el Carnaval Jurdanu se llevará a cabo el ‘Sábadu Gordu del Antrueju’ (6 de febrero). Un carnaval de un gran arraigo costumbrista y mítico. Lo inició la antigua comunidad pastoril, que guarda para este tipo de actuaciones todo un legado de mitos y leyendas. Un despliegue histórico –con la arquitectura vernácula de piedra y pizarra, tan característica de Las Hurdes, como telón de fondo– que este año viaja a la alquería de Horcajo.

El colorido folclorista y la gastronomía propia ya son dos alicientes importantes para realizar una visita a este carnaval ancestral que rota, ya que cada año se celebra en una alquería o aldea diferente. Anárquico, rompedor y desenfadado, el Carnaval de Las Hurdes pasea a personajes como el «Burru antrueju», el «machu lanú», «la mona»; y a peleles como «la tarara», «el cenizu», el «obispu jurdanu», los «diabrilluh», y los «mozos del guinaldu», acompañados todos ellos por una corrobra folclórica de tamborileros.

EDUARDO VILLANUEVA /

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