La bruja Circe
Nunca estamos solos en el universo, aún si estamos, abandonados, privados de libertad, alejados de la familia o los que teníamos en nuestro entorno, permanecemos conectados con la esencia del cosmos y con cada una de las partículas, con las que hemos coincidido a través del tiempo, aunque esa partícula ahora esté unida a este conglomerado que llamamos cuerpo.
Cuando somos jóvenes, creemos que un@ amig@ es quien sale con nosotros de fiesta y no, esa es una persona con quien te relacionas y algun@s de es@s se convertirán en amig@s.
Y si alguna de las personas que te rodean entiende tu pasado, cree en tu futuro y te acepta en tu presente tal y como eres, sin juzgarte y con afecto, puedes empezar a pensar que es un@ amig@.
Sin embargo recuerda, las palabras del libro esmeralda, nada es, todo cambia.
Es más sensato recordar que aunque tengamos mutuo afecto, hay circunstancias que separan: la distancia, los problemas, el trabajo…
Todo lo que nos hace andar nuestro camino y a veces ni siquiera es el elegido.
Incluso con nuestra familia, que nos guste o no, la reconozcamos o no, es parte cercana de nosotros mismos, nuestro ADN, es decir lleva nueva marca de fábrica, nos sucede que nos alejamos, a veces la separamos voluntariamente de nuestra vida y la ignoramos o nos alejamos por rencores, o daños en nuestra infancia.
En ese caso aunque se rompa la presencia, permanece, la línea genética, pero al alejarnos de nuestros afectos, se vacía el corazón.
Sin embargo y a pesar de que una y otra vez la vida nos arranca de los afectos, los amores, la presencia.
En cualquier lugar en el que apoyemos nuestra vida, encontraremos almas afines, que nos resultan amables, desde la guardería a la residencia de ancianos, parte de nuestro grupo de almas.
Seres que portan alguna de las partículas de energía del principio del universo, con las que más tiempo hemos estado unidas, y ese lazo no se rompe jamás. De modo que amiga, nunca estamos solos en el universo.