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En los últimos cinco años la provincia de Cáceres ha sufrido un descenso de la población a causa del movimiento natural de la misma así como por el aumento de la emigración en un 64%, una tónica que se mantendrá en los próximos diez años y que provocará una caída del 6%.

Las proyecciones que hace el Instituto Nacional de Estadística (INE) de aquí al 2023 no son nada halagüeñas para la provincia de Cáceres, así mientras que en la de Badajoz la población sólo descenderá un 1% en la cacereña lo hará casi un 6%, el consuelo que queda es pensar en términos de Comunidad Autónoma y de esta forma la región sufrirá en global un descenso del 2,8%, lo que supone la mitad que la media del país.

En los cambios demográficos repercuten dos factores: por un lado el movimiento natural de la población en el que intervienen los nacimientos y defunciones y los movimientos migratorios; en los que se incluye la inmigración y la emigración, y a partir del 2008 muchos  sociólogos también cuentan como factor la crisis económica.

Pues bien, uno de esos primeros efectos de la crisis en la demografía es el descenso del número de nacimientos, así mientras que en 2008 hubo 3.550 alumbramientos en 2012 hubo tan solo 2.947, lo que provoca un descenso del 20%. En el primer semestre de 2013 ha habido 1.491 recién nacidos y en Extremadura los nacimientos se redujeron al 4,8% en ese periodo respecto al año anterior.

Las madres primerizas cada vez tienen más edad, siendo mayoría las que tienen entre 30 y 35 años.

Otro de los cambios sociales que estamos viviendo, generalizado en las sociedades desarrolladas, es que las madres de estos recién nacidos cada vez tienen más edad, siendo mayoría las que tienen entre 30 y 35 años.

A esto se suma que la provincia en los últimos cinco años ha experimentado un aumento del 10% en las defunciones, pasando de las 4.083 a las 4.533. En el primer semestre de 2013 se han registrado 2.360, aunque en este sentido, el profesor de Sociología de la Universidad de Extremadura, Marcelo Sánchez Oro, no cree que sea una cifra «alarmante» y que se encuentra dentro de los términos «normales» de la población actual.

Un último factor que incluye el INE a la hora de hablar de los movimientos naturales de población son los matrimonios, los cuales también han sufrido un descenso, en este caso también achacado a la crisis económica y nos encontramos con una bajada del 24%, pasando de 1.481 enlaces en 2008 a los 1.192 del año pasado.

Cáceres experimenta un descenso del 20% en nacimientos y un incremento del 10% en defunciones

Pero quizá el dato más llamativo en cuanto a los cambios demográficos como efecto de la crisis sea el saldo migratorio, el cual, por primera vez en Extremadura y en la provincia de Cáceres ha sido negativo en 2012, una tendencia que continúa en los datos ofrecidos del primer semestre del presente año.

Este saldo se obtiene de la diferencia entre los inmigrantes que se han recibido y la población que ha emigrado, ya sean los propios inmigrantes que vuelven a su lugares de origen o la población autóctona. Así, mientras que en el primer año de crisis el saldo era positivo con 1.022 personas, el año pasado se dio la vuelta a un menos 110 y sólo en la primera mitad la cifra es de menos 106 personas por lo que se superará al año pasado.

Todo esto sumado ha hecho que el INE haga una previsión negativa para la provincia, en la que las defunciones y la emigración seguirá creciendo mientras que los nacimientos desciendes, una previsión que habrá que esperar a ver si se cumple.

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Los cambios sociales también se hacen notar a través de los nombres más comunes en las distintas épocas, así nos encontramos que en los años 60 a los niños que nacían les ponían Antonio, José Antonio y José Luís y a las niñas Carmen, Pilar y Ángeles todos con el María delante.
En los años 70 la tónica fue la de nombres compuestos para ellos como Francisco Javier y Miguel Ángel y los de ellas continúan los mismos que en la época anterior siempre combinados con el María primero. En los años 80 el cambio es mayor y en la provincia de Cáceres predominan David, Javier, Cristina y esta vez María sin ser compuesto, una tendencia que continua en los 90.
Otro cambio en la sociedad en cuanto a los nombres se refiere lo encontramos ya en la década del 2000, en la que muchos niños son registrados como Alejandro y Pablo y las niñas como Lucía y Paula, y ya en la actualidad los nombres estrellas son Daniel y Lucía, quedando muy abajo en la estadística Antonio y los compuestos de María, aunque en este último caso el de María, sin ningún acompañante sigue siendo uno de los preferidos de los padres.[/toggle] Isabel Valdés /

 

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