La impunidad y la falta de respeto que demuestran algunos políticos españoles respecto a las leyes que delimitan el marco de convivencia de nuestra sociedad es alarmante, tal y como demuestra lo ocurrido la semana pasada con la ex presidenta de la Comunidad de Madrid.

La actual presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, se dio a la fuga tras ser multada por aparcar en el carril bus de la Gran Vía madrileña, según denunciaron los agentes de movilidad que le han puesto la sanción. La propia Aguirre, en declaraciones a TVE, ha reconocido que paró «un minuto» en el carril bus pero ha negado haberse fugado y ha criticado que los agentes quisieran retenerla «sin motivo». Según la versión de los agentes, tras ser multada, la ex presidenta madrileña ha arrancado su vehículo, arrollando una de las motocicletas de los agentes.

La situación es no menos que surrealista y las redes sociales han dado cuenta de ello. Numerosos montajes circulan mofándose de la situación en facebook y el hashtag #aguirrealafuga corrió como la espuma hasta colocarse como trending topic. Y nombro las redes sociales porque Esperanza Aguirre las utilizó el día 1 de abril para pedir respeto por la policía, a los que calificó como garantes de nuestra sociedad.

Sea verdad o no esta última cuestión, el comportamiento de Esperanza Aguirre no es propio de un ciudadano y, menos de una persona que ha sido un representante público, y que ostenta un cargo orgánico en el que es ahora mismo el partido político más votado de este país.

¿Se imaginan ustedes huyendo de la policía y derribando la moto de un agente? Seguramente no. ¿Se imaginan a un político en Holanda haciendo lo mismo que Esperanza Aguirre? Seguramente tampoco.

Y es que la ley y las normas que tenemos están para respetarlas, y si como ciudadano has cometido una infracción no queda más remedio que aceptarlo, y si como consecuencia de ello te hacen una foto, también. Una persona que ha ostentado tanto tiempo cargos públicos debería entender que estos conllevan responsabilidades.

Estas acciones tan desafortunadas e incoherentes también afectan a la llamada marca España. Solo hay que ver  la mofa de la popular serie de dibujos animados Los Simpsons en la que nuestro país ha quedado a altura del betún al mostrar una España  habituada a la corrupción. La falta de respeto por las leyes de los que más ejemplo deberían dar, es la causa de ello.

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