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Lunes de papel /
EMILIA GUIJARRO

Nuevamente el terrorismo ha hecho su aparición en Paris, la ciudad de la luz, de la libertad, el corazón del país más libre de Europa.

Antes fue Nueva York, el 11 de septiembre, después Madrid, el 11 de marzo. Y diariamente matan indiscriminadamente a cientos de musulmanes en los países de Oriente Medio. Irak, Yemen, Pakistan son azotados por terribles atentados cometidos, equivocadamente, en nombre del profeta.

Ahora su objetivo ha sido el humor, la sátira, porque a los radicales la risa, la felicidad, les pone los pelos de punta.

Tenemos que pedir que se sigan alzando los lápices, para que las mordazas no tapen las bocas, que respiran libertad.

Tenemos que seguir alzando los lápices para que a los intolerantes les sea imposible apagar la palabra, arrancar las plumas de las manos, romper los cuadernos.

Tenemos que empuñar los lápices, con el puño fuertemente apretado, para retener la pluma, para conquistar de nuevo la libertad dibujada en un papel.

Tenemos que empuñar los lápices, con el puño fuertemente apretado

Hay que levantar las plumas y los bolígrafos, para que los intolerantes no ganen esta batalla y siembren semillas de odio.

Tenemos que blandir los lápices como lanzas para que las religiones estén en las iglesias, en los templos, en las mezquitas, para que cada cual pueda rezar al dios en el que crea y que nadie en nombre de ellas trate de cambiar a la fuerza la sociedad en la que vivimos.

Europa ha sufrido durante siglos terribles guerras de religión. Tenemos memoria histórica de lo que en nombre de todas las religiones ha sufrido la humanidad, y lo que ya parecía superado vuelve con fuerza y golpea el corazón de Europa con un objetivo claro, que nos autocensuremos.

Y en parte lo han conseguido. Leo en algún medio de comunicación que, al día siguiente, la prensa británica no ha publicado ninguna viñeta de Charlie Hebdod. Alguno ha reconocido que han tenido miedo.

Y lo peor que puede pasar es que la prensa libre, la que no depende del censor de turno, desaparezca del mapa por el miedo, libre, pero al fin, miedo.

Tenemos que impedir que los extremistas saquen réditos electorales amenazando las libertades públicas.

Por todo eso, en días como hoy, hago mío el verso de Blas de Otero: Prohibido retroceder.

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