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Reflexiones de un tenor /
Alonso Torres

Para la música de la película que acababa de terminar de filmar (Arag Zueg) siempre pensó en Preisner, pero como su cine era de bajo, de bajísimo presupuesto, llamó a su compositor preferido, Jacobo Delafuente (tradición clásica muy potente con rabiosa actualidad compositiva). Le dijo, “ya he terminado la peli, no tiene música, se la tienes que ´poner` tú”. “¿Para cuándo querrías el encargo, hijoputa?”. “Si te digo que para ayer, ¿lo entenderías?”. “Por supuesto, perraco. ¿Cuándo me la mandas?”. “Ya, te la he mandado, ya”. Y así quedó concertado el contrato verbal entre ellos dos. La verdad es que luego, las películas de él, aunque de infame coste, tenían buena vida en festivales, cine-forums, filmotecas y pequeñas salas; un reconocimiento grande por parte de la crítica, de los jurados y del público más entendido (“su cine no es para nada de palomitas”, decían).

Consta, la película, de cuatro capítulos bien diferenciados (los actores principales, un chico y una chica, fueron reclutados en la Escuela de Arte Dramático y los figurantes eran todos amigos y familiares, vamos, de los que no cobran –pero eso sí, cuando se astilla la pasta, que se astilla, y casi bien, se la reparten todos por igual). Capítulos: 1º, Only follar; 2º, Una píu bella storia (per facere el amore); 3º, Rollo Strahler; y 4º, Tréboles y jazmines (este fue filmado cuando la música ya había sido compuesta, y el director pensó en Chopin; su polonesa La Heróica suena “a tutti” en la última parte de la película).

La protagonista huele a tréboles (y viste e irradia color azul)

El primero de los apartados narra cómo dos jóvenes follan no como conejos pero sí como alimañas; esa es la temática: “no problem”, nos vemos, nos juntamos y a la cama (o al ascensor, o al callejón, o al servicio del garito, o al parque) a follar. El segundo relata cómo otras historias de amor (y sexo) tienen un componente más lúdico; hago como que coincido contigo, paseo, ¿vamos al cine?, ¿quedamos?, y hasta de vez en cuando, se dan la mano o se regalan algún libro o rosa. La tercera parte es la más “seria”, ya que el libro conocido como “El Strahler”, La Biblia de los Geógrafos, contiene todo lo que debemos saber acerca de la geografía física y humana mundial, y en ese momento los protagonistas se entregan a la vorágine de vivir en pareja (con todas las consecuencias). El título de la última sección proviene de una poesía donde la protagonista huele a tréboles (y viste e irradia color azul) y el chico a jazmines (<<…¿Me convertirá / tu ausencia / en olor a jazmín?>>). En un principio Arag no lo iba a filmar, pero aprendió durante los últimos meses cosas que hasta la fecha no sabía; por ejemplo, que la entrega del corazón es el más pesado y maravilloso de los sacrificios, y que aunque los amantes (por las circunstancias que sean, las-que-se-an) no esté juntos, sí estarán, seguro, bajo “el –mismo- cielo protector” (película, por cierto, de Bertolucci, en la que el director asegura que se durmió).

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