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Han pasado 17 años desde que grabó su primer álbum, «Atrapados en azul». De padre periodista, iba para físico hasta que se le cruzó la música en su camino… El día 7 de marzo regresa a Cáceres, al Gran Teatro, para presentar las canciones de su último álbum: «La llamada».

Autor de sus letras, de sus melodías y también de sus videoclips, como es el caso de su último single, “Rebelión en Hamelín”, que acaba de estrenar con la participación de sus fans a través de las redes sociales e imágenes del público, remitidas desde distintos puntos de la geografía de América y España.

Llevas 17 años de gira, ¿en qué punto te encuentras?

Me apasiona viajar con la guitarra al hombro y estar de conciertos, es una parte esencial de este oficio, que tiene mucho de artesanal y mucho de titiritero.

En este concierto recuperas el formato de voz y guitarra…

Sí. Llevaba años sin recuperar ese formato. Vamos a realizar solo cinco conciertos y uno será en Cáceres. Ma apetecía retomar ese formato, pero otorgando un carácter teatral a la puesta en escena, porque me gusta contar historias, que sirve como hilo argumental; no quiero que sea solo una sucesión de canciones.

El público de Cáceres…

Cáceres siempre ha sido un público generoso con nosotros en las varias oportunidades que he tenido de disfrutar de esta hermosa ciudad.

Estás a punto de cumplir 41 años y en algún momento has declarado que a los 40 «te despojas de solemnidad». ¿Esto se ha traducido de alguna forma en tu último trabajo?

A los 40 años te despojas de una cierta solemnidad porque ya no te tomas tan en serio a ti mismo, aunque por supuesto que hay ocasiones en las que uno se tiene que poner solemne y circunspecto, porque la realidad lo merece.

«En este disco hay una llamada a defender la alegría como un derecho, contra el inmovilismo y la resignación»

«En la llamada» hay canciones más oscuras, en ese sentido, como «El día de la ira». Pero en términos generales, «La llamada» tiene un cierto carácter de celebración, con una vocación coral y con otra forma de construir las canciones…

¿En qué sentido?

Pues que son canciones construidas sobre el ritmo. Acudo mucho a la tradición musical sudamericana, la bachata, el son, la samba… esto le da otro carácter comunitario y popular a mi música.

En cualquier caso… (silencio) pues sí es cierto que con esto de la edad te quitas muchos prejuicios de encima y te acercas a la realidad desde otra perspectiva. En este disco hay una reclamación a defender la alegría como un derecho, en un momento en el que el ciudadano se ve maltratado y acorralado. Es una llamada en contra del inmovilismo y la resignación.

¿Y qué realidades dibujas en este trabajo?

Pues la que nos toca vivir. Tanto sentimentales, como emocionales. El disco arranca con una declaración de principios, porque con el tiempo te vas dando cuenta de que sabes menos cosas de las que crees.

El single «La llamada» trata de plasmar «a realidad del precario y de aquellas personas que luchan por la supervivencia. Se impone un modelo de sociedad de riesgo en la que difícilmente se pueden hacer planes porque no sabemos qué será de nosotros el día de mañana, porque vivimos permanentemente con la espada de Damocles sobre nosotros. Hay que buscar la capacidad para evitar pensar que somos rehenes y en influir activamente en nuestro destino.

En definitiva, es un llamamiento a levantar la mirada, reivindicar la alegría de la que hablaba Mario Benedetti, cuando pedía celebrar esa la alegría ‘como un derecho’, huir de la resignación y entender que en la búsqueda de las complicidades necesarias se puede tener capacidad para influir en la realidad.

Esa precariedad de la que hablas, si la extrapolamos a la industria musical… Sobre todo con aquellos que empiezan.

Es muy difícil empezar en esta industria y más aun si apuestas por un género como la canción de autor, que requiere una mirada más a largo plazo, es una carrera que no se basa en un hit de radiofórmulas, sino en ir creando un repertorio… pues lo tienes jodido, efectivamente. Porque estamos inmersos en un modelo basado en el consumo de usar y tirar.

¿Qué asoma de ti en «Rebelión en Hammelin»?

“Rebelión en Hamelin” es un canto a la “disidencia, una llamada a cuestionar la realidad, a recuperar la mirada exigente y crítica que nos ha de convertir en dueños de nuestro futuro. Yo quise celebrar a través de este videoclip la certeza de que no estamos solos en esa llamada. Hay que cuestionarse incluso a uno mismo. Disentir y ser permeable. Disentir de todo aquello que nos venden como lo inalterable. Vivimos unos tiempos en los que se trata de criminalizar la disidencia. Cuando debatir, disentir, discutir es un valor positivo.

En este sentido, ¿qué papel desempeñan los medios de comunicación hegemónicos?

Pues tienen una gran responsabilidad. A veces no atienden al derecho de información del ciudadano, sino a intereses corporativos muy claros. Los medios sufren una crisis muy fuerte, pero como gran parte de las instituciones que han dirigido el rumbo de este país hasta la fecha. El periodismo padece una revolución tecnológica a la que no sabe cómo responder muy bien.

«Se impone un modelo de sociedad de riesgo en la que difícilmente se pueden hacer planes porque no sabemos qué será de nosotros»

Mi padre es periodista, ya jubilado, aunque uno nunca se jubila de ese oficio, y compraba todos los periódicos en mi casa los desplegaba sobre la mesa, para realizar una lectura y poder encontrar algo de verdad entre todos ellos. Afortunadamente, ahora se incorporan multitud de medios digitales para ayudarnos a construir una realidad matizada de la verdad.

 

Eduardo Villanueva /

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