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En este país es más fácil ver dimitir a un rey que a un político, aunque el bueno de Willy Meyer intentase maquillar esa estadística. En Extremadura la agenda política de la semana ha venido marcada por el descubrimiento de las actividades paralelas que llevaba a cabo el actual consejero de Hacienda y Administración Pública, Clemente Checa, durante su etapa como consejero del Consejo Consultivo de Extremadura. El HOY destapó con documentos probatorios la actividad de Checa y éste contestó que llevó a cabo trabajos perfectamente compatibles. Los partidos de la oposición, PSOE e Izquierda Unida, han pedido urgentemente su dimisión achacándole “falta de legitimidad” para defender desde su nuevo cargo a Extremadura. Más allá de la batalla abierta entre Gobierno y Oposición sobre asuntos legales, lo que está claro es que los miembros del mismo deben tener independencia profesional porque, entre otras cosas, su remuneración supera los 60 mil euros para que no tengan necesidad de complementar su sueldo con trabajos exógenos. La cuestión no es si Checa incurrió en legalidad o ilegalidad al cobrar por emitir informes para otras administraciones y empresas privadas, como se ha demostrado documentalmente, si no si la catadura moral del Consejo Consultivo debe estar sometida a la oferta y demanda del mercado. Cobrar en sí mismo por desarrollar un trabajo no es ni bueno ni malo, pero efectivamente hay un acto de ponerle “precio”. Es comprensible que quien encarga mediante contraprestación económica un informe, lo hace a sabiendas del resultado positivo de su consulta.

El ciudadano percibe que todos los políticos son iguales, y que tratan de obtener remuneración por sus servicios siempre que se les presenta la ocasión. Hasta cierto punto es algo comprensible, pues también ellos tienen necesidades que satisface el vil metal. Lo que no es de recibo es que los miembros tengan una cuantiosa remuneración no por el volumen de trabajo diario que acometen, sino por permanecer alejados de las tentaciones de pecunia fácil. Esta noticia ha sembrado la duda. De eso deberían preocuparse. El ciudadano se aleja cada vez más de sus representantes. En nada beneficia que el PP contrarreste las portadas mediáticas en contra de Checa con acusaciones a Vara tratando de equilibrar el daño causado. Eses “y tú más” solo resulta efectivo en mentes pobres. Hay que argumentar y, si es necesario, entonar el “mea culpa” y pedir disculpas. Sin embargo, mientras en esta cultura mediterránea y aún machista ‘pedir perdón’ todavía sea síntoma de manifestar debilidad frente a la sociedad y el adversario político, será complicado que podamos renovar los cimientos sobre los que se asienta el debate público. Obviamente lo de Checa no tiene trascendencia para el devenir de los días en Extremadura, una comunidad donde el paro juvenil es todavía endémico y la creación de empresas es anecdótico.

Caminen hacia un gran pacto regional y no se enzarcen en pugnas de deshonor, a ver quién siega más la hierba debajo de los pies. Si hubiera más oportunidades, quizás no iríamos con el machete en la boca esperando el traspiés del contrincante y el escarnio público. Llegará un día en que el ciudadano pedirá responsabilidades. Quizás un día aún lejano, visto el adormecimiento al que nos someten muchos medios. Ese día precisará de dirigentes con altura de miras y ciudadanos con la suficiente capacidad crítica para no contentarse con caramelos pasajeros.

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