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Mi ojito derecho /
Clorinda Power

Dice Iñaki Uriarte en sus Diarios (1999-2003) que no ha conocido a nadie que viva como ha vivido él: “sin trabajar y con una renta pequeña”. Ni él ni nadie, claro. Porque cuando uno se imagina una vida sin trabajar, automáticamente piensa también en el yate y el champán. Eso es lo que nos enseña el sistema en el que vivimos. Tener para gastar.

Quizá si leyéramos más a Uriarte y escucháramos más a Mujica (y su famosa reflexión sobre el consumismo: “la única cosa que no se puede comprar es la vida, la vida se gasta, y es miserable gastar la vida para perder libertad”), si les hiciéramos algo de caso, no tendríamos que comprar lotería ni esperar a ser unos viejos renqueantes para alcanzar eso que llaman sabiduría y que yo creo que es solo humildad bien llevada. ´

Porque yo no quiero ser sabia, yo lo que quiero es ser humilde para rodearme de gente sabia. Y si puede ser antes de cumplir los ochenta y dos, mucho mejor. Más que nada porque a esa edad puede que disponga de todo el tiempo del mundo, pero me fallará la cadera, la vista y el corazón. Y supongo que entonces tendré las mismas ganas que ahora de leerme el programa electoral.

A mí me gustaría votar a un partido que me diera la oportunidad de conformarme con una renta pequeña. Ya sé que hay mucha gente ahí fuera tatuándose la palaba “emprendedor” en los músculos del brazo. Están en su derecho. Un derecho como lo es también el trabajo. A mí lo que me chirría no es trabajar un tercio de mi vida (ocho horas al día). A mí lo que me chirría es que tengamos que sumarle a ese tercio los otros dos que nos pasamos haciendo horas extra, preparando tapers y soñando con un jefe cabrón. Si el trabajo tal y como está ahora suena mal, será porque es malo.

Pues eso, intentemos que suene mejor, haciéndolo más pequeño, haciéndonos nosotros también más pequeños. A lo mejor entonces tendríamos algo más de tiempo, que no ganas, de leernos el programa electoral. Y de ir a Benidorm, claro.

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