Mi ojito derecho
Clorinda Power

Pasa que un suceso no siempre desencadena los acontecimientos esperados. Pasa que una multitud de mujeres a gritos contra el machismo por las calles de Madrid un día, desencadena al siguiente tímidos por no decir inaudibles comentarios de pasillo. Pasa que la muerte un día de un mantero senegalés por un ataque al corazón tras una persecución policial, desencadena en unas horas las llamas en un barrio del centro de la capital.

Hoy es viernes. Ustedes leerán esta carta el lunes. Y yo anoche me la pasé entera escuchando el zumbido de los helicópteros sobrevolar mi cama, y vi cómo los camiones de los antidisturbios se amontonaban bajo mi ventana y oí a mis amigas encerradas en sus casas decir que ya había pasado lo peor y que la cosa parecía haberse calmado y el miedo a la cosa también. Miedo porque la muerte por infarto de un inmigrante sin papeles de origen senegalés tras una persecución policial, desencadenó una protesta tan ansiosa que el laberinto de calles de Lavapiés se hizo trinchera para sus vecinos. El barrio se cerró a cal y canto. Las llamas de los contenedores incendiados alcanzaban las copas de los árboles, las copas de los árboles alcanzaban las casas. Y a nosotros, los vecinos blancos, con papeles y con trabajos, aquello se nos hizo grande.

A los vecinos blancos, con papeles y con trabajos, aquello se nos hizo grande

Qué más da si hubo o no persecución policial que desencadenara el infarto. Lo que desencadenó los disturbios violentos de la noche del 15 de marzo en Lavapiés (seis detenidos y veinte heridos) fue la realidad de los inmigrantes sin papeles, que no tienen otra salida que buscarse la vida para no perderla en una ciudad que les ignora salvo cuando los persigue. Y anoche les persiguieron hasta la madrugada. Cómo ignorarlos.

Pasa que a veces un suceso no siempre desencadena los acontecimientos esperados. Pasa que a veces hay que encender una llama para alumbrar una realidad que para muchos es solo un problema.

Por cierto, los alquileres en Lavapiés han subido un 30% ante la demanda de nuevos vecinos blancos, con papeles y con trabajos.

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