©UNICEFBurundi/2021

En Burundi, alrededor del 30% de las y los adolescentes no asisten a la escuela; de ellos, el 95% son chicas. A su vez, el 8% de las adolescentes de 15 a 19 años son madres, mientras que el 9% de las niñas de 15 a 17 años ha sufrido algún tipo de violencia sexual.

Este país de África Subsahariana, situado en la zona de los Grandes Lagos, es uno de los más densamente poblados del mundo y también de los más pobres. Asimismo, solo 1 de cada 5 niñas terminan la educación secundaria, y 1 de cada 5 mujeres de 15 a 24 años es analfabeta.

UNICEF lleva años trabajando en Burundi a través del programa “Mpore Mwana” gracias al apoyo financiero de instituciones públicas como la Diputación de Cáceres. Con él se puede abordar la situación de la infancia, particularmente de las niñas más vulnerables, que enfrentan desafíos como la estigmatización, en particular en el caso de las niñas embarazadas o las niñas que ya son madres, y el riesgo de abuso, explotación y violencia. Esta iniciativa ha mejorado la resiliencia de las niñas vulnerables y sus hogares, y fortalecido la capacidad de las comunidades y de otros actores locales que se ocupan de la protección infantil en Burundi.

La historia de Daïnesse

A lo largo de las orillas del lago Tanganica, las concurridas calles contrastan con las tranquilas aguas superficiales. Los agricultores van y vienen de los campos, los pescadores venden el pescado fresco de la mañana, las mujeres charlan frente a coloridos puestos de frutas. Este es el lugar donde creció Daïnesse Nkurunziza, de 17 años.

Nacida en el seno de una familia muy pobre, no tuvo el privilegio de continuar la escuela. Para mantenerse ocupada, Daïnesse y la mayoría de los adolescentes no escolarizados del pueblo pasaban buena parte de sus días vagando por la orilla. Pasar tanto tiempo al aire libre la convirtió en una presa fácil de las agresiones, dice. «No tenía nada más que hacer, ninguna oportunidad de hacer algo útil para los demás».

Un día, la vida de Daïnesse dio un giro. Fue identificada por la Provincia de la Iglesia Anglicana de Burundi (PEAB), una organización local que implementa un programa de desarrollo de habilidades para la vida con el apoyo de UNICEF Burundi.

Decidida a aprovechar esta oportunidad, Daïnesse pudo cambiar su historia creando un taller de costura. Y la confección de ropa se convirtió en su pasión: «Al principio pensé que era una actividad más para mantener ocupados a los jóvenes sin escolarización. Poco a poco me di cuenta de que podía cambiar mi vida para mejor», dice. La costura ha sacado a relucir su talento a su entorno, dice. En su taller, ayuda a otros jóvenes a aprender el oficio. «Así que la gente del pueblo ahora habla positivamente de mí. Para ser una chica de 17 años, me hice bastante famosa», dice sonriendo.

Daïnesse ya no es una chica desempleada y desmotivada, sino un modelo a seguir. «Tengo un trabajo, mucha motivación y una meta en mi vida», dice. «En mi tiempo libre, a menudo pienso en proyectos que quiero emprender en el futuro para ayudar a mi familia y a mi pueblo».

A través del programa de desarrollo de habilidades apoyado por UNICEF, más de 27.000 jóvenes adolescentes como Daïnesse reciben apoyo en todo el país.

FuenteAvuelapluma
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