Cotidiario /
HERNĆNāPACHECOāPUIG
Estar abierto a la vida y en suspenso hasta la muerte. Decidir ser inteligente y que en modo alguno se note. Tener frĆo al tiempo que tambiĆ©n se tiene abrigo. Comer sin necesidad y beber para intoxicarse.Ā La soledad malentendida de los seres sociales es una gran burla. Hay un tipo de soledad absolutamente necesaria a la que yo llamo aislado alejamiento. Nuestra imbecilidad se mide en estratos y asĆ vamos de la familia al piso, del piso al bloque, del bloque a la calle, de la calle al barrio, del barrio a la zona, de la zona a la ciudad, de la ciudad a la comarca, de la comarca a la provincia, de la provincia a la comunidad autónoma, de Ć©sta al Estado, a Europa, al mundo y al propio Universo. En cada nivel decimos y fingimos ser alguien bien distinto y asĆ nos engaƱamos una vez mĆ”s mientras tanto. Bien puede tomarse parecida perspectiva desde la estratificación del propio tiempo,Ā saber quiĆ©nes somos en un segundo o en un dĆa y quiĆ©nes en un aƱo o en diez.Ā MĆ”s nos valdrĆa comenzar a ser mĆ”s exigentes con nosotros mismos como modo de igualarnos en un mĆnimo de compromiso comĆŗn que nos mantenga a flote. El futuro anuncia un nuevo y silencioso orden del que solo saldremos indemnes con mayor responsabilidad moral y desde luego con mayor Ć©tica que la mostrada hasta ahora. No entiendo por quĆ© no sabemos ser exigentes y pedimos que se asuman responsabilidades. De esta no saldremos como no replanteemos los conceptos Democracia y participación ciudadana. La Constitución no refleja en absoluto la sociedad tecnológica, multicultural y deslocalizada que somos, ni exige mĆnimos de cumplimiento para la viabilidad futura de nuestra sociedad ni tan siquiera en educación o en cultura. La Constitución no exige nuestra dignidad. Faltan honestidad y altura moral en unos gestores que se han hecho casta gracias a nosotros. Falta que salgamos a las calles y, tomĆ”ndolas, maniatemos este presente y liberemos nuestro futuro. Faltan un basta y un no quiero. Falta un comĆŗn nosotros.