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Con ánimo de discrepar /
Victor Casco

Para estas Ferias que se avecinan nos hemos quedado sin corridas de toros. Tamaña contrariedad ha llevado a que se manifiesten unas 200 personas convocadas por las peñas taurinas (el plural, permitan ustedes, es una licencia poética) que reclaman 40.000 euros al Ayuntamiento para que puedan celebrar las matanzas de estos bellos animales en el coso, para disfrute de un entregado público que quiere sangre y espectáculo.

La historia es como sigue: nos dicen que Cáceres es taurina y que Cáceres quiere toros. Sin embargo las corridas congregan a poco público y sin subvención pública no es posible el evento. Se puede incrementar el precio del pase, claro… pero entonces se reducirá aún menos la gente dispuesta a acudir, que lo quieren casi gratis. Oigan ¿pero no es Cáceres taurina? ¿dónde está el problema? Debería haber miles, que digo miles, millones de aficionados dispuestos a pagar su entrada para gozar de la muerte de un herbívoro.

Con todas sus letras: la llamada “Fiesta Nacional” es deficitaria. Sin dinero de todos, no se sostiene. No tiene público suficiente. Y ahí está siempre el Estado para que nuestra Alcaldesa, vía subvención de 40.000 euracos, salve el evento. Hasta que llegó la oposición y con gran criterio dijo “quien quiera toros que se los pague”. No se prohíben, no se impiden, no se persiguen. Simplemente las arcas municipales deberían tener tareas más urgentes – por ejemplo garantizar agua y luz a las familias, calles limpias o parques públicos – que salvar a unas empresas ruinosas.

Nos dicen los taurinos que lo suyo es cultura y debe ser subvencionada en consecuencia. No, ni mucho menos. No me pongan ustedes al mismo nivel la promoción de cultura crítica, de valores literarios o musicales universales, el conocimiento humano, el debate sobre ideas, el disfrute de un cuadro, una escultura o una danza con una corrida cuyo centro de atención es ver como lentamente se sacrifica a un animal entre el gozo, el grito y el estruendo de una platea de espectadores insensibles. No es lo mismo. El toreo no es ni puede ser cultura.

La Alcaldesa se lamenta de no poder darles 40.000 euros a las empresas que deberían gestionar la deficitaria plaza de Toros. Yo lamento que nuestra ciudad niegue servicios básicos a barrios empobrecidos o que con esta tasa de paro estemos “viéndolas venir”. Que la cultura de base, la real, la que libera, languidezca ante la desidia municipal.

Cáceres y sus fiestas sin toros ganan. Ganamos los ciudadanos y gana una concepción ética que nos dice que la diversión nunca puede residir en contemplar el sufrimiento de otro ser humano o de otro animal.

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