Cotidiario /
HERNÁN PACHECO PUIG

Me abismas. Me hurgas con el dedo en la herida, la misma de la que no recuerdo un solo día que no estuviera abierta. Me alcanzas, me abstraes pero no me llenas sin embargo, no completas la huella que he dejado pues al cabo no vienes aquí a mi lado, aún no sé bien por qué. Entretanto, me haces consciente del tiempo que se abre camino por entre el vacío, por entre tanto vacío de ti. ¡Qué poco equilibrio tiene una sola silueta en sombra!. Así no. No así, no desde tanta distancia, ni desde el ansia o la necesidad sedienta, desde el fuego que no da calor, ni de la comida que no sacia, así no, no así. No desde el tiempo que no cultivo, ni de las caricias que no recolecto por lo tanto. No desde el no temblor de tus besos, la no familiaridad de tu aliento, ni aún menos de la tibieza de tu cuello. No desde tu voz con seis acentos ni en la totalidad de las horas que no pasamos leyendo en silencio, el uno al lado del otro, el perro a los pies, girando solos alrededor del sol. No. Así no. Aún no sé bien por qué.

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