landero

“Tengo tantos libros en casa, que a veces me abruma, y pienso cuánto ha cambiado mi vida”.

“A las instituciones les importa un pito la cultura. Estamos en esa España eterna donde la cultura, no se estimula desde los organismos oficiales, sino que surge del entusiasmo de los creadores”. Contundente, pero haciendo uso de un humor muy particular, el escritor extremeño Luis Landero, Premio de la Crítica y Premio Nacional de Narrativa, explica por qué el oficio de escribir “sí se puede enseñar”, aunque hay una parte que solo se aprende a través de la lectura de grandes maestros como “Cervantes, Proust, Valle-Inclán…”. Hay una dimensión objetivable en este oficio, como en todos; hay una parte técnica que sí se puede enseñar, además de fomentar el estímulo personal, espiritual”. “Pero luego está el talento”, sentencia Landero, “que no se enseña: se tiene o no se tiene. Como señalaba Goethe, el oficio de escribir es un 95% de trabajo y un 5% de genio”.

Landero recaló en Cáceres para ofrecer la conferencia inaugural del curso de la Escuela de Letras de Extremadura (ELE), promovida por la Fundación ReBross, bajo el título ‘Lo que yo sé sobre el oficio de escribir’, pero antes mantuvo un cálido encuentro con los medios en la sede de la Asociación de Periodistas. Un encuentro donde habló de una infancia en la que no tuvo contacto con los libros, explicó que el “oficio de escribir es muy solitario” y está plagado de altibajos y adelantó su nuevo proyecto literario.

“La incertidumbre ahora es mucho mayor que en la España de la emigración”

Preguntamos a Landero por su relación con la cocina de la escritura: “este es un oficio donde uno no sabe muy bien lo que sabe, porque una mañana andas eufórico y la cosa se te da muy bien, y al rato ya no sale nada, te vienes abajo, llega el abatimiento y te preguntas cuándo puñetas aprenderás este oficio que no se deja aprender”.

Qué lee Landero; qué literatura le influye más. “Yo tengo 50 ó 60 libros de cabecera; siempre los tengo al alcance para revisarlos. Proust, Faulkner, Kafka, de vez en cuando vuelvo a Baroja… Hay autores de los que voy y vengo; porque de algunos me canso” subraya Landero, que explica que aunque ha leído mucho, su contacto con los libros fue “marginal” hasta que alcanzó la vida adulta.

“Un aspecto bueno de haber leído mucho es que, a veces, hay días en los que te levantas y actúas como el médico que se receta a sí mismo una medicina. Y me digo: hoy para estimularme, me voy a leer un poema de Quevedo, por ejemplo” (risas).

“Tengo tantos libros en casa, que a veces me abruma, y pienso cuánto ha cambiado mi vida” relata Landero, que se retrotrae a su niñez para explicar su relación con la literatura. “Yo no conocí los libros durante mi infancia. Mis padres eran campesinos, toda mi familia era campesina, casi analfabeta y, por supuesto, ni en mi casa, ni en la de mis abuelos, había ningún libro. Solo el maestro tenía un libro”. Realiza una pausa y Landero lanza una reflexión: “también pienso en la cantidad de libros que no he leído todavía y en todos aquellos libros maravillosos que se publicarán cuando yo no esté ya vivo; pero así es la vida…”

“A las instituciones no les importa la cultura”

Landero es hijo de la Extremadura de la emigración; esa Extremadura del millón de personas que abandonaron su región (en su caso, su Alburquerque natal) para labrarse un futuro. Es inevitable preguntar a Landero por cómo ve la situación actual, en la que la emigración se ha vuelto a instalar en una sociedad en retroceso, y exclama: “mucho peor que en la España de la emigración. En aquella España, pese a los tintes sombríos y el inevitable desarraigo, había una cierta alegría porque se partía en busca de un trabajo que no era difícil encontrar; existían muchas posibilidades Madrid, Francia, Alemania. Estábamos ante un boom económico, que permitía un cierto optimismo en la población emigrante. Pero la incertidumbre ahora es mucho mayor. La incertidumbre que tienen los jóvenes es grande, no encuentran trabajo; se está volviendo a condiciones laborales del siglo XIX”. Todo esto “en un panorama donde riqueza se acumula en muy pocas manos” y la pobreza avanza.

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El autor de ‘Juegos de la edad tardía’, el libro que lo catapultó a las listas de los escritores más valorados de la narrativa española actual, asegura que ahora está enfrascado en un proyecto que “me entusiasma”; “son pasajes de mi vida novelados, sobre todo de la niñez y la adolescencia”. Pero “no es una autobiografía”, aclara Landero, sino fogonazos de mi vida. “Estoy contento porque no tengo que inventar nada en este libro; ya está todo inventado”.[/toggle]

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