Desde mi ventana
Carmen Heras

Mientras escribo este artículo comienza el día de las elecciones en Cataluña. Una jornada importante por muchos y variados motivos. Lo sabemos. Es día de júbilo, te dirán los demócratas, porque el pueblo, la buena y la no tan buena gente del pueblo, vota en libertad y elige a sus representantes.

Aún reconociendo todo lo anterior, si les soy plenamente sincera, he de decirles que detesto las jornadas electorales. Son como días de oposiciones, llenas de una falsa tranquilidad, que ni mucho menos sienten los candidatos que han puesto su imagen, su voz, sus méritos y deméritos delante del mundo, para que todos los ojeen y los enjuicien. Sin contemplaciones. Su destino político va entrelazado con la obtención de un número determinado de votos, unos resultados, a veces previsibles, a veces no, que los perseguirán para siempre, cada vez que se les relacione con la política. Nadie les obliga, evidentemente. El triunfo y la derrota van en el mismo envoltorio.

Leo por ahí algo que no tiene nada de nuevo salvo el nombrecito. La influencia del inglés en nuestras vidas lo hace posible. Me refiero a la palabra “pitch”. Un “pitch” es a modo de carta de presentación de un proyecto que cualquier escritor (pongamos por caso) debe hacer si desea vender un libro.

Porque la promoción es tanto o mas importante que la elaboración de un texto, un filme o un disco; lo es todo.¿Quien va a invertir dinero y tiempo en cualquier idea si el que la tiene es incapaz de venderla con pulcritud?. La tesis, un pelín desatinada, te la explican los autores, pero también los cantantes, el actor o la actriz que se presenta en sociedad, en multitud de eventos multitudinarios creados al efecto por y para conseguir una exposición, un reclamo, una notoriedad. De ahí lo estrafalario de los vestidos de ellos y ellas, de los maquillajes, y de los efectos que vemos en las galas, en los festivales, en las convenciones…y hasta en los cumpleaños de nuestros niños y niñas. ¡La promoción no puede faltar, señores!¡aupa la promoción!

Por eso abundan los cursos de “pitch”, para ser cursados por cualquier aspirante, los laboratorios de “pitch” donde practicar las técnicas, los manuales sobre el “pitch” para aprender los pasos, etc. ¡Y ay del que, por ser tímido, retraído o meticuloso, no se someta a las leyes del mercado que tanto valoran a los influencers, esas figuras actuales que te aconsejan cómo debes llevar la ropa, cuál debes elegir para estar a la moda y hasta cómo debes comportarte con el marido!

Nuestra sociedad es cada vez más una pura sociedad del espectáculo en la que el hombre o la mujer prudente tiene las de perder si necesitara lograr un cierto éxito colectivo. Aunque lo alcancen por sus defectos y menos por sus virtudes, la clave (según estas pautas) para quien, devoto de ellas, las sigue, es ser citado por controvertido y no tanto por inteligente; más por bocazas que por eficaz, más por la escenografía que por la importancia melódica de una canción, más por la vistosidad de las tretas que por lo coherente del discurso. Y así….Por eso la manipulación está tan a la orden del día. Ropajes brillantes la cubren, empezando por las palabras. Taimadas ellas.

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