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Historias de Plutón /
JOSÉ A. SECAS

En el mundo de las artes —escénicas, en este caso y por ejemplo— siempre se nos cuela (o lo intenta) algún fantoche caracterizado por uno —quizás  todos— de los siguientes atributos: Se oculta tras una pose actualisisima delolast o fashion deltó. Actúa con impostada vehemencia, alzando la voz y/o con  gesticulación desmedida e injustificable. Es de crítica fácil, tipo torticera. Reivindicativo de lo que sea, quejica y llorón. También es muy dado al juicio (parcial) y no aporta soluciones. Abusa del desparrame de bilis, de mala leche rencorosa o envidiosa, difamación y calumnias. Es amante (ilegítimo) del cotilleo. Su actitud demagógica cultureta pretende estar respaldada —ni tan siquiera pudiera estar justificada— por un pasado (si es que lo tiene) que ordeña y exprime sin respeto ni medida. No tiene presente.

Este personajillo farandulero suele perseverar en una reprobación y oposición sistemática, de quiero y no puedo (y entre tanto pataleo), a todo lo que no sea de su gusto o afinidad. Demuestra un criterio igual a cero y muy mala memoria. También peca de cierto endiosamiento y vanidad desmedidas camufladas de falso genio. En la medida que su inteligencia se lo permite, tiende a ser un manipulador. Suele tener pocos amigos aunque presuma de ello, sobre todo en las fiestas y actos públicos donde se cree la alegría de la huerta y el epicentro del mundo mundial.

Sostienen un discurso coherente cuando defienden sus ideas y su posicionamiento profesional y social

Como de todo hay en la viña del Señor, también disfrutamos, en el ámbito de las artes —escénicas, en este caso y por ejemplo— de otro tipo de personas y personajes por los cuales uno se siente orgulloso de tener algo que ver con ese mundo y con el género humano. Estas personas no posan; simplemente son así: auténticos. Sus rasgos de personalidad los comunican, con naturalidad, a través de su ropa, su apariencia, sus gestos… Defienden su sector, su gremio, el arte o la cultura desde el amor y entrega a su profesión. Predican con el ejemplo. Proponen soluciones a los problemas y actúan en consecuencia. No hablan mal de los demás y menos de sus colegas. Lucen sonrisas y demuestran buena actitud en todos los ámbitos de su vida. Destacan de las personas que les rodean sus cualidades; sin caer en la adulación o el baboseo. Sostienen un discurso coherente cuando  defienden sus ideas y su posicionamiento profesional y social. Suelen ser trabajadores curiosos e incansables hechos a base de esfuerzo y amor por su profesión. Apadrinan y ejercen su desinteresado apoyo participando activa y comprometidamente en el desarrollo cultural de su entorno próximo. También aglutinando intereses y entusiasmo en proyectos propios. En todos ellos, destaca de su personalidad la humildad, la generosidad, la empatía y el optimismo. En resumen: son personas bellas que rezuman sensibilidad y transmiten buenas vibraciones: se dejan querer…

No busquen identificar estas palabras con alguien en concreto porque todos tenemos, en mayor o menor medida y en una u otra ocasión, parte de  personajillos y de personajes. Faranduleros, gracias a todos por existir y hacer con vuestro trabajo un mundo mejor y mucho más divertido.

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