Desde mi ventana
Carmen Heras

No entiendo la vida sin evolución. Si en lo personal nacemos, crecemos y nos desarrollamos, parece absurdo creer que pueda no suceder eso mismo con los proyectos colectivos. Uno pertenece a un lugar, a unas ideas, a una organización…pero para crecer dentro de ellos y no anquilosarse necesita mejoras con su contacto y para eso éste debe asimismo evolucionar. Y todo vivirlo en consonancia.

No suele suceder en los partidos. Al menos en esta época. Uno mira las fotos de una reciente Convención Política y observa que el viejo rito impera sobre todo lo demás. Pueden ser distintas las personas que ahora ocupen el espacio en el escenario, alcen los brazos y sonrían, pero los gestos, los ademanes, las sonrisas…son los mismos de antaño, los de hace mucho tiempo. Solo que el ritual parece postizo cuando el debate interno sobre las ideas, los proyectos y los objetivos brilla por su ausencia, cuando los elegidos lo son por un único dedo protector que ha resuelto atrincherarse con los más fieles o los más incautos. Y ya. Y se nota la vejez mal llevada en esos jóvenes y jovenas que creen representar el espíritu de la organización. Como diría aquel, “ha pasado mucha agua bajo el puente” desde que todo eso era una realidad. Palpable.

Los que ya están de vuelta observan las situaciones con tristeza. Tantos años defendiendo unos determinados asuntos muy reflexionados, unas determinadas siglas, para que ahora, quienes apenas habían nacido lo estropeen. Los conflictos se resuelven hablando (piensan) pero para ello es preciso el respeto al interlocutor, sobre todo cuando éste ha demostrado muchas veces su valía. No ocurre así, claro, no sea que el “intruso” vaya a convencer, y tire al suelo las posiciones del tablero de la mesa, tan astutamente maquinadas entre los socios.

Ganar tiempo parece ser el leiv motiv y mientras tanto, echar balones fuera, intentando manipular a los compañeros de viaje, dentro de un confuso espacio entre lo legal y lo ético en el que todos parecen moverse. Y además, que alguien del grupo se ocupe de mantener convencida a la militancia, para que, como un único soldado, replique la consigna de que cualquier dádiva que se dé en una parte de España no afecta al resto, siendo como es un Estado Autonómico de cuyo Presupuesto General y de los dineros llegados de Europa “beben” todos los territorios.

Eso por no hablar del fondo de la cuestión que es de envergadura. Yo creo que un conflicto jamás va a resolverse si una de las partes pretende relativizarlo y la otra no hace más que inflamarlo según sus intereses particulares y los de un territorio que pronto tendrá sus propios comicios. Ignorarlo es no ver la realidad. Ni medir sus consecuencias, y aunque el Gobierno tenga la mejor información al respecto no debiera minusvalorar los flancos débiles, que son muchos. Escribe Virgilio Zapatero que en vez de “hacer de la necesidad, virtud” (en palabras presidenciales) quizás fuera más apropiado “hacer de la virtud, necesidad” y utilizar el lema como faro. Cuando se escriba la historia de los últimos sucesos en España, los historiadores más objetivos (o tal vez todos) harán mención de las idas y venidas de la clase política actual, de su falta de criterio y de frivolidad de pensamiento. Pero el mundo es así. Dicen.

Artículo anteriorCáceres presume de sus «joyas» de vanguardia en Fitur
Artículo siguienteEl Cáceres Patrimonio de la Humanidad de baloncesto ya tiene nuevo entrenador

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí