Resulta algo depresivo este día semi-nublado en un Berlín que quiere pero no puede, con veintipocos grados de temperatura y amenaza constante de chubasco, o por lo menos de chirimiri. Esto no es verano ni es nada, y ya me estoy imaginando las próximas vacaciones en España, rodeado de amigos en una terraza por la tarde-noche, contando chistes, bebiendo cerveza helada y tapeando. Como hemos tenido recientes elecciones, calculo que llegaré con todo el pescado vendido y me libraré, con suerte, del crispado ambiente político-social tan característico de los últimos meses.

— ¿Sabes una cosa? —me llamó entusiasmado un buen amigo emigrado, como yo, en estas tierras nórdicas— Parece que los dos partidos más votados en las recientes elecciones han decidido formar una colación de gobierno, con Feijoo como presidente y Sánchez de vicepresidente, se reparten los ministerios proporcionalmente y dejan fuera del gobierno a extremistas y nacionalistas…

— ¡Qué dices, pero si eso es imposible después de todo lo que se han dicho durante la última legislatura!

— Pues ya lo ves, la prensa publica un acuerdo programático que aglutina las dos opciones políticas más moderadas, las más votadas por la inmensa mayoría de los españoles.

— Vamos, no me cuentes milongas. Ya pudo ocurrir algo similar en la primera vuelta de 2019 cuando el partido político Ciudadanos, que en paz descanse, sacó un porcentaje suficiente como para coaligarse con el PSOE, pero no quiso.

— Y ahí firmó su acta de defunción, porque mucha gente de la izquierda moderada, que les había votado, se decepcionó en la segunda vuelta y no los votó.

— Puede que nunca sepamos cómo fue en realidad, pero en este caso parece que Sánchez ha reflexionado y decidido primar los intereses de la nación por encima de los suyos propios o los de su partido.

— Feijoo ya de por sí parece un político moderado abierto a un diálogo tolerante. Un poco gris me parece el hombre.

— Los prefiero grises, eficientes y conciliadores, como ha probado en la política gallega. Tal vez le falte algo de imaginación en sus discursos, pero es un hombre pragmático, un político de raza.

— En cambio Sánchez es un político carismático, exitoso y guapo. Me parecen dos caracteres algo incompatibles, pero, sea como sea, todos los medios en España y en el extranjero se están haciendo eco de este acuerdo histórico que pondría fin a años de creciente enfrentamiento y crispación, facilitando además reformas profundas en la Constitución.

— A ver, explícate.

— Bueno, según tengo entendido cada partido cedería en algunos asuntos y acercarían sus puntos de vista ejerciendo una Realpolitik (que no tiene nada que ver con la realeza, sino más bien con la realidad) y abandonando la demagogia de rojos y azules. De momento los dos partidos reconocen explícitamente que la monarquía parlamentaria en el espíritu de la Transición debe seguir siendo el sistema de gobierno español. He escuchado que desparecerá el obsoleto Ministerio de la Igualdad, que se simplificarán procesos administrativos y se racionalizará la maraña de leyes que actualmente se multiplican, contradiciéndose unas a otras y provocando la conocida inseguridad jurídica, que se modificará la Ley de la Función Pública para poder pedir responsabilidades en la gestión de los asuntos administrativos, que se reducirá el número de consejeros y asesores, que se controlará el gasto público de una manera coherente y, lo más importante, que el Ejecutivo no gobernará a golpe de decreto-ley, sino por consenso obtenido en las Cortes.

— No puedo creerlo, ¿estás seguro de lo que dices? Esto es impensable en un país como el nuestro.

— Y esto no es todo, han decidido una mayor independencia o, por lo menos, equilibrio del Poder Judicial, ya que son los principales partidos los que nombran esos cargos. No se permitirá a ningún cargo político acceder al Consejo General del Poder Judicial, eso al menos han acordado los dos partidos que formarán gobierno.

— ¿Y qué obtendrá el PSOE a cambio? Porque muchas concesiones me parecen a la derecha, o por lo menos a una política de carácter liberal.

— De momento se ha dicho que la cartera de Trabajo estará en manos de un ministro socialista y que además se accede a un revisionismo histórico consensuado sobre la guerra civil, sin pasiones ni revanchismo, simplemente para aclarar las cosas y compensar a quién todavía se pueda compensar. Han decidido que para eso no es preciso hacer una «ley», sino simplemente poner todos los instrumentos del Estado en manos de investigadores reconocidos, y no de políticos, para el análisis del conflicto bélico y posterior represión de los vencedores. Los medios de comunicación pública se harían eco en programas emitidos regularmente para todos los españoles. Lo más espinoso es lo de las fosas comunes y el destino de los desparecidos, aunque muchos de aquellos republicanos españoles se perdieron en el exilio o en los campos de concentración europeos.

— Me dejas con la boca abierta.

— Aún hay más, parece ser que se quiere iniciar una reforma de la Ley Electoral que estaría vigente en la próxima legislatura.

— ¿Y el problema del independentismo vasco y catalán?

— Ese asunto es de más difícil solución, puesto que son regiones divididas profundamente con una gran parte de la población no-independentista a la que no se puede ignorar. La política del PP y del PSOE será cuidadosa pero firme, no permitiendo, por ejemplo, que se utilicen las lenguas autóctonas como arma política. El castellano será lengua obligatoria oficial en todo el territorio nacional, sin perjuicio de las lenguas autonómicas y para que todos podamos seguir entendiéndonos. A cambio se ha decidido convocar más adelante un plebiscito o referéndum, como lo quieras llamar, sobre la cuestión vasca y catalana, pero con la posibilidad de voto de todos los ciudadanos del país.

— Entonces no triunfarán las opciones pro-independencia en esas dos regiones.

— Puede ser, pero por lo menos tendremos porcentajes fiables en los que basarnos para trazar una política sensata y enfrentar el futuro. En función de los resultados, se menciona vagamente la posibilidad de federalismo con algunas comunidades autónomas…

— Querido amigo, me dejas con la boca abierta. Tal vez dentro de unos años podamos volver a nuestra tierra con un buen ganado retiro y encontrarnos un país en paz, bien gestionado y sin esta gritería que se percibe en la distancia. ¿Estás seguro de lo que dices?

Era una mañana gris y lluviosa en el triste verano berlinés. Me desperté melancólico y contemplé la lluvia golpeando los cristales como lágrimas gruesas. Había estado soñando.

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