Diego Doncel, ganador del Premio Loewe de poesía
Diego Doncel recogiendo el Premio Avuelapluma.

Teniendo ya en su haber numerosos y prestigiosos premios, ¿qué significa este nuevo galardón?
Una enorme ilusión y alegría. Me gustaría que con él se premie ese deseo que tengo de hacer de la literatura una forma de conciencia, de hacer más habitable el mundo. Hemos vivido un tiempo de enormes debilidades, hemos creído que todo era cuestión de dinero y economía, pero el hombre existe, hay víctimas de este sistema, y la literatura debe dar voz a esas víctimas, a la posibilidad de un tiempo nuevo.

Hace poco recibía otro premio también en Cáceres. Parece que usted sí es profeta en su tierra…
Aunque vivo en Madrid, mi vinculación con mi tierra es innegociable. Aquí están mis vínculos y mi memoria. Además, en el plano literario, lo que más me gustaría es escribir un libro sobre Extremadura, sobre algunas personas de aquí de las que he tenido noticia. Hacer de todo esto un universo literario es algo que persigo desde siempre, y significaría dar a Extremadura algo de lo mucho que he recibido de ella. Y eso significaría verdaderamente ser profeta en mi tierra.

Si tuviera que elegir entre los galardones recibidos, ¿por cuál optaría?
Guardo una enorme gratitud por cada uno de los que me han dado, y lo mejor de todo es que los que he recibido siempre han supuesto para mí estrechar lazos de amistad. Sin duda eso va a pasar con Avuelapluma, con Conrado y todo este equipo; como ha sucedido con la Fundación Mercedes Calles, con Luis Acha y Maritina Guisado. Por eso, entre otras cosas, es muy difícil elegir uno, porque cada uno fue importante en el momento en el que lo recibí. Ahora bien, tanto el Mercedes Calles como el Avuelapluma son muy especiales, me han llenado de alegría.

En general, ¿qué opina de los premios?
Siempre digo que lo importante de los premios es la obra que está detrás, y sobre todo ser reconocido por los lectores. Lo decisivo de la literatura es que pase a formar parte de la vida de la gente, ese es el único premio al que aspira un escritor. Cuando se publicó mi novela que recibió el Café Gijón, una redactora de 20 minutos escribió un artículo sobre cómo esa novela había ayudado a su padre a superar un momento especialmente difícil para él. Ese fue, sin duda, el mayor premio que pude recibir.

Que se premie una obra es importante, pero ¿qué supone cuando es a toda una trayectoria?
Que debo trabajar más, seguir, ser más exigente; que debo continuar pensando en este mundo y en este momento histórico en el que vivo. Estamos al principio de un nuevo siglo, hay mucho por hacer, no se puede ser conformista con lo heredado. A la gente le cuesta mucho vivir un día normal: hijos, trabajo, rutina. Hay demasiada desesperanza, pero el mundo de hoy es apasionante. Un premio a toda una trayectoria no cierra nada, sino que abre caminos para pensar sobre qué tipo de literatura es necesaria hoy.

Con todo lo ya conseguido…, ¿algo qué aún desee?
Que algo que he escrito pase a formar parte de la vida de la gente, y ser capaz de construir literariamente un mundo de calidad y rigor. Me gustaría también cerrar esta etapa de debilidad postmoderna, donde el mercado lo ha ordenado todo; y que la literatura fuera ese campo donde replantear nuevamente el mundo, desde donde cambiar la mentalidad de la gente.

¿Y algún nuevo proyecto?
Una novela. No sé cuándo la terminaré. No sé si quiera si la terminaré. Ahora estoy, como decía Jiménez Lozano, en ese momento en que pongo el oído y escucho lo que me dicen unos personajes. Espero que todo lo que me digan sea interesante y apasionante, aunque sea duro.

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