Historias de Plutón
José A. Secas
– Amor mío, quiero escribir otra colaboración en Avuelapluma y tengo tantas cosas de qué hablar que no sé por qué decidirme. Sugiéreme un tema, por favor.
– Habla de mi.
– ¿De ti? Pues la verdad es que no lo veo. Creo que eso no es un tema para una columna de opinión. ¿Diciendo tu nombre y poniendo tu foto?, ¿hablando de ti como persona, como profesional, como pareja…?, ¿crees que eso le interesaría a alguien?
– Estoy segura de que quien empiece a leer tu artículo lo hará hasta el final.
– ¿Seguro?, ¿y por qué habrían de hacerlo?
– Por curiosidad, por morbo, por cotilleo. Además da igual lo que escribas porque va a estar bien escrito, pero habla de mi.
– Gracias por el piropo. ¿Hablo de María Jesús Bueno Sánchez, de la sicóloga, de la madre, de la ugetense, de mi amor o de esa señora tan guapa de ojos azules que siempre sonríe?
– Habla de Chus.
– Chus es mucho. Chus. Eres grande, completa, compleja, original, rica, vital y cada persona que te conoce tiene un concepto de ti en función de su relación contigo y sus circunstancias. Para mi eres mi amor, mi pareja. Solo te puedo escribir una carta de amor.
– Hazlo
– Pero qué morro, qué vanidosa y qué chulita eres. ¿Cómo voy a publicar una carta de amor en una columna de una revista cultural? Y también qué morro el mío, la verdad.
– Por ahí vas mal. No debes hablar en negativo de ti y mucho menos de mi (y viceversa). Empieza otra vez. A ver, ¿por qué me quieres tanto?
– Porque sales muy guapa en las fotos.
– Ya lo sé. Y además…
– ¿En serio crees que esto le puede interesar a alguien?
– Cuando trates de explicar tu amor por mi, lo justifiques, lo contextualices y lo adornes con las palabras que tú escojas vas a decir cosas muy lindas en las que a todos nos gusta vernos reconocidos. Unos sentirán nostalgia, otros se verán reflejados, otros se verán descritos y en todos los caso disfrutarán de tu descripción literaria y transmisión particular del sentimiento más potente que existe.
– El amor.
– El mismo. Dale. Contesta: ¿por qué me quieres tanto?
– Porque sales muy guapa en las fotos.
– Ya lo sé. Y además…
– Porque eres más inteligente que bella (y mira que eres guapa), porque eres poderosa, fuerte, independiente, imaginativa, divertida, muy alegre, positiva, vitalista y…
– Muy bien, muy bien. Estupendo. Sigue. Recuerda que es una carta de amor. No vayas a empezar con los defectos y los adjetivos negativos que eso queda fatal y no le interesa a nadie. Sigue echándome flores.
– Eres astuta, rápida mentalmente hablando, tienes un gran sentido del humor, te encanta descubrir y aprender, sobre todo de las personas y de los viajes porque ya has estudiado bastante cuando te tocaba. Dicho sea de paso, fuiste una excelente estudiante en tus carreras y masters y ahora eres una excelente profesional a la que le van a ofrecer un ascenso, un cargo, un puestazo o un incentivo catedralicio en breves. Vas a ver…
– Me encanta que me ilusiones. Lo haces muy bien cuando quieres. No has dicho nada de ese aspecto mio. Anda, di algo.
– Es cierto, te gusta ilusionarte. Eso va muy ligado a tu gran imaginación. Disfrutas soñando con escenarios y lugares fantásticos (o reales) donde satisfacer tu curiosidad y empaparte de la vida con pasión y vehemencia. Eres un torbellino y algunas veces un poco rara…
– Para, para. Hemos acordado en que solo se dicen cosas positivas, que las miserias (que todos tenemos) no les interesan a nadie, o si, pero que tú no las vas a contar aquí y ahora porque eres un caballero, me amas con todo tu corazón y este relato es solo una demostración de ello y un bonito regalo de fin de año que sirve para colmar mis deseos y para agasajarme en el mismo paquete. Además lo estás haciendo muy bien y vamos a quedar estupendamente ante la opinión pública. No la vayas a cagarla ahora que estamos acabando.
– Me acabo de dar cuenta de que te estoy haciendo hablar como si de mi se tratara. Nunca dirías esas tonterías ni escogerías y ordenarías así las palabras. Tu eres más lista y menor redicha que yo. Pero bueno, ha estado gracioso, ¿verdad?
– No ha estado mal, pero puedes hacerlo mejor. Ya para la próxima.
– Al año que viene…
– A ver si sí.
– Seguro que sí.
– Yo también te quiero.