Lunes de papel/
Emilia Guijarro

En estos días previos al puente del Pilar han pasado cosas muy importantes en nuestro país, que una Comunidad Autónoma como Cataluña haya puesto en jaque a toda la nación, es lo suficientemente importante para que a estas alturas todo esté dicho, y haya sido analizado y diseccionado. Pero, como ya he dicho en otras ocasiones, además de «el proces» pasan otras cosas.

Leyendo los periódicos, sin prisas, como me gusta hacerlo los fines de semana, me encuentro con dos noticias que me alegran el desayuno: Me ha gustado el discurso reivindicativo de María Jesús Pascual, la comandante de Cáceres, cuando en el día de la patrona de la Guardia Civil, ha dicho: «No tenemos límites, ambos sexos hacemos lo mismo, pero de diferente manera» Lo dice la primera mujer que ha presidido una festividad de este tipo en España, y que ha logrado hacerse un hueco importante en una profesión reservada hasta hace pocos años a los hombres, por eso es noticia.

El mundo no es un buen lugar para las niñas

La otra noticia, en el mismo periódico, es la de una científica extremeña Guadalupe Sabio que ha hallado una proteína que permite frenar la obesidad, esa plaga que afecta a los países desarrollados, mientras en otros se suceden las hambrunas. Lo de María Jesús y Guadalupe son hitos en un país en el que cuando se le pregunta a las niñas por su futuro, solo un siete por ciento se ve dedicándose a una actividad científica. Y en el que si se pregunta por el nombre de mujeres científicas posiblemente no se llegue a contestar más que con el de Marie Curie, nombres como el de Margarita Salas son desconocidos para la mayoría. Y esta reflexión viene a cuento porque el día 11 de la semana pasada se celebró el día de las niñas y frente a estas mujeres que han alcanzado las metas que se han propuesto, el mundo no es un buen lugar para las niñas.

Las cifras son abrumadoras: dos billones de personas en el mundo sufren pobreza extrema, el setenta por ciento son mujeres y niñas y esa situación lleva a un gran número de niñas a falta de escolarización, violencia, malnutrición, enfermedad, matrimonios forzosos, víctimas de trata, y otras muchas desigualdades, que nos hace ver que ser niña en algunos países del mundo es nacer con muchas menos oportunidades.

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