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Con ánimo de discrepar /
Víctor Casco

Ciclo político intenso, que comenzó con unas elecciones europeas que encumbró a nuevas fuerzas políticas, continuó por unas elecciones autonómicas y municipales que desterraron las mayorías absolutas y en las cuales las tres grandes ciudades de España (Madrid, Barcelona y Valencia) pasaron a ser gobernadas por “outsider” – condenados de antemano por la feligresía bien pensante que no acaba de encajar que es posible que se gobierne más allá del bipartidismo – y finalizará con las próximas elecciones catalanas y nacionales.

Dos años de vértigo electoral, donde muchas de las viejas certidumbres se hacen añicos y las encuestas previas se estrellan ante las urnas. ¿Cambio de ciclo? ¿Ruptura? Eso es mucho decir, y veremos si las ansias de transformación crecen o se angostan, bien por decisión popular (el fracaso ante las urnas) o por temblor de piernas – que ha puesto de moda Alexis Txipras – ante la coyuntura histórica (la derrota política, definitiva, terminante).

Caos es lo que viven las familias españolas cada mediados de mes

Mariano Rajoy, ese hombre eternamente peleado con la oratoria, incapaz de hilvanar tres frases seguidas de buen castellano y carente de imaginación, de ingenio, de ironía, de humor… de toda competencia lingüística , vamos; Mariano, para quien tomar una decisión es una tortura y toda lectura que trascienda el Marca un improbable (señores, asúmanlo: eligieron ustedes de Presidente a un señor que se presentaba porque quería ver los partidos de la selección nacional desde un palco privilegiado – y gratis -); Mariano en fin, nos anuncia el caos, la anarquía, el desastre, el pandemónium caso de no ser reelegido. El caos o yo…¡ Y lo dice tan pancho!

Caos es lo que viven las familias españolas cada vez que se acerca mediados de mes. Ni siquiera ya fin de mes. ¡Mediados! Nos dicen que estamos de recuperación, con nuestros cuatro millones de desempleados, miles de jóvenes emigrados, salarios de 400 euros y contratos laborales de horas (ah, los de semana, quién los pillara). Estamos mejor porque se vuelve a construir y según parece la crisis generada por la burbuja inmobiliaria va a ser superada merced a otra burbuja que se infle hasta que estalle y vuelta a empezar. ¡Vaya país! Casi uno comprende que los catalanes se quieren marchar, claro que poco bueno podemos decir en favor de un pueblo que elige a Mas de presidente, un señor envuelto en una bandera para esconder que su partido ha subsistido merced al 3% durante 30 años. ¿Quiere usted hacer negocio aquí? Un 3%, ya sabe. Como en los mejores tiempos del franquismo, como el PP con la gürtel, como el PSOE con filesa… ¡Sí! Hay cosas que parece que no cambian en esta España nuestra.

Tenemos por delante unos meses de vértigo, sí. El vértigo electoral. El cambio definitivo o el seguir igual. Y desde estas páginas y esta columna algo iremos contando, con la habitual socarronería – las cosas son demasiado serías como para enfrentarlas sin una sonrisa de ironía – y con ánimo de discrepar. Eso siempre.

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