El título de esta columna no está dedicado al último habitante de una alquería de las Hurdes, ni al último artesano de un arte milenario, ni siquiera, al último pastor de cabras montesas de los apalaches extremeños. El título de esta columna está dedicado a un desayuno que he tomado cada viernes en El Corral de las Cigüeñas los últimos seis o siete años. Un desayuno que ha funcionado como bisagra de distintas amistades y que se había convertido en una de esas deliciosas rutinas de la vida. (Hay que reconocer que alguna vez he faltado a la cita debido al sueño, la resaca, reuniones o diversos motivos pero hoy no profundizaremos en ese asunto) El rústico, más que un desayuno, ha sido mi momento Cheers durante estos últimos años en Cáceres. Y aunque suene un poco exagerado. Podemos decir que ha marcado la relación semanal de, primero, tres amigos: Conrado, Carlos y yo; luego dos,: Carlos y yo, delante de una barra. Allí en nuestra esquina, en nuestro sitio, hemos paso muchos buenos momentos. Momentos que han dado para confesiones, comentarios, cotilleos y risas. Momentos que hemos compartido con los clientes, algunos ya amigos, qué muchas veces preguntaban asombrados qué desayuno era ese que nos zampábamos cada viernes con inusual alegría. Y por supuesto, momentos que hemos compartido también con los grandes camareros y personas que han ido evolucionando este sencillo sándwich con sus manos. Cesar, Elsa, Elena, Mercedes y Javi han sido las cinco grandes personas que nos han preparado estos años nuestro rústico. Cada uno con sus matices, cada uno con su forma de ser, nos han dado muchas veces el mejor momento del día, ese que sientes como tuyo y del que no te gusta nunca prescindir. Los cinco han tenido que aguantar nuestras bromas, nuestras caras matutinas y nuestros chistes. También, en nuestra honra hay que decir que somos buenos clientes, que no hemos dado mucha calda, y que algún mal chiste también hemos aguantado, ¿verdad César? Muchos viernes de confidencias, de luchar por el Cuore, de hablar de Walking Dead y otras muchas series, muchos viernes, muchos muchos viernes y algún que otro jueves también. Hoy siento tristeza por saber que El Corral de las Cigüeñas no va a dar más desayunos. Llevábamos un mes sin ir por distintas causas y la noticia me ha sorprendido con nocturnidad y alevosía. Y así impactado, escribo estas líneas. Triste, pero a la vez con una sonrisa al recordar esas receta que me ha dado tantas alegrías: Rebanada de pan pueblo a la plancha, nunca tostado, base de tomate, jamón de york, queso de corte, nunca de lonchas, finas lonchas de jamón y un leve toque de mantequilla en el pan para dar jugosidad. Adiós querido amigo, adiós querido rústico. Descansa en paz.

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