Historias de Plutón
José A. Secas

Inteligencia emocional, habilidades sociales, carácter, edad, experiencia… estas son algunas herramientas que usamos para mentir o para ser sinceros; da igual. Yo no estoy aquí para hablar de esto; mi intención era escribir sobre la gente que se queda dormida cuando le cuentan un cuento. No lo hacen porque quieran soñar; lo hacen porque están hartos de escuchar el mismo cuento bajo distintas presentaciones. Aprovechando que en Cáceres no hay río y por eso algunos estamos a secas, quiero hacer mención a la libertad. La libertad es un estado de ánimo; puedes sentirte preso de algo o de alguien en una vida normal, del mismo modo que algunas personas encerradas entre cuatro paredes se sienten libres. La libertad no se otorga, se asume. Hablamos del libre albedrío; la cárcel es otra cosa.

A propósito de elegir, ¿qué les parecen los propósitos (valga la redundancia) de año nuevo? No me digan nada porque ya lo sé. Es como todos los años. La vida es una sucesión de vueltas de rotación y de traslación; de días y de años. Es la noria. Las fechas se inventaron para que no nos perdiéramos y mareáramos después de dar tanta vuelta. Como ahora toca cambio, vamos a marcarnos unos objetivos vitales y a poner en marcha la máquina ñoña de hacer realidad los sueños. Creo que nos va a durar muy poco pero, al menos, seremos felices un ratino. Felices con nuestra capacidad para elegir -la libertad, ¡oh!-, de rectificar, de desdecirnos, de contradecirnos, de equivocarnos y de volver a empezar. Si coincide con una buena fecha, mejor. Aquí debe estar una de las llaves que abre la alegría de vivir, ¿no es cierto?

La libertad no se otorga, se asume

También quería mencionar en este artículo a las personas que la vida pone en tu camino. Es curioso cómo algunas entran y salen sin que apenas te des cuenta y otras lo hacen a las bravas. Basta repasar las felicitaciones reales y virtuales y los mensajes recibidos en años anteriores para ver cómo los amigos, conocidos, clientes o proveedores, camaradas y correligionarios aparecen y desaparecen. A algunos los echas de menos, de otros te sorprende que sigan ahí, a muchos ya has olvidado y de otros te extrañas de verlos (¿qué hace este tipo en mi vida?). Solo quedan los vínculos familiares. Esos son para siempre. Todas esas personas que la experiencia vital te presenta o te oculta, están bien puestas; están por algo: desde la pareja que te abandona hasta el hijo que te da preocupaciones, desde el padre que se hace viejo hasta el aborto que tanto duele, desde el compañero tóxico al trol de la red social. También llegaron para hacer de tu vida un milagro: las risas de los niños, el aliento de los amigos, las caricias de los amantes o los abrazos de los hermanos.

Las mentiras y las verdades que construimos y esparcimos a nuestro alrededor, se generan en nosotros en los torbellinos y remolinos que levantan las vueltas que da la vida. Luego, tenemos la libertad para tratar de colocar el caos y el entendimiento para evaluar si lo estamos haciendo bien o la estamos cagando. Ya te digo yo que muchas veces no te vas a enterar ni de lo uno ni de lo otro porque la vida pasa muy deprisa. Y ya puestos, os deseo una provechosa y regocijante vuelta al sol.

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