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La semana pasada el partido socialista perdió la moción de censura gracias a la abstención de Izquierda Unida. El hecho de que el resultado de la moción ya fuera sabido por todo el mundo debido a las manifestaciones previas de Escobar, no le quitaba al evento el marchamo de acontecimiento político y social. Tan solo Ibarra recibió otra moción de censura presentada hace 27 años. Un día trascendental para el presente y el futuro de Extremadura en el que se ponían encima de la mesa dos maneras distintas de hacer región. Por un lado, las tesis de Monago y por otro, las fórmulas de Fernández Vara. La expectación ante el debate era máxima. Toda España miraba hacia Extremadura. Miles de simpatizantes y militantes acompañaban a sus respectivos líderes. Todos los medios con profesionales acreditados para narrar desde el hemiciclo la evolución de la prueba de confianza. ¿Todos? No, todos no. Canal Extremadura, nuestro canal público, decidió emitir un programa de parrilla para hablar de salmorejos y supersticiones.

La batalla entre PSOE y PP acabó en derrota para Canal Extremadura. La decisión de no retransmitir en directo un acontecimiento de tamaña importancia para los extremeños resta credibilidad a nuestro canal público. La directora de CEXMA (Corporación Extremeña de Medios Audiovisuales), Beatriz Maesso, parece asumir la responsabilidad de la decisión, pero ni siquiera eso es creíble. Los propios trabajadores del Canal, representados a través de los miembros del Comité de Empresa, enviaron un comunicado en defensa de la libertad de información y oponiéndose a la decisión de censurar el debate de la moción. Es una falta de respeto y un delito con premeditación y alevosía del artículo 20 de la Constitución Española. No podía decir la señora Maesso que desconocía la trascendencia del debate; no podía decir que nadie le hizo llegar señales de humo; pues incluso las asociaciones de periodistas de Badajoz, Mérida y Cáceres condenaron la censura. Todo apuntaba al tremendo asesinato a la transparencia que iba a ser perpetrado ante la mirada impasible del Gobierno y la directiva de CEXMA. Y nadie, absolutamente nadie, impidió que la señal de nuestra televisión y radio públicas luciera marchita y mustia durante el pasado miércoles. No hay nada más grave para una democracia que unos medios condicionados por el poder.

Es sabido por todos que cada medio dispone de su línea editorial como buenamente pueda y con la libertad que le permitan sus cuentas de pérdidas y ganancias. No ocurre lo mismo con un medio público que no debe rendir cuentas ante sus accionistas, sino ante los ciudadanos. El presupuesto del canal autonómico asciende a 24 millones de euros al año, pero con actuaciones como la del otro día, censurando la información y el derecho del ciudadano extremeño a estar informado, habremos tirado por el retrete cada último céntimo de cada euro. Necesitábamos que Canal Extremadura estuviera ahí y nos falló. Pero además, la señora Maesso, como máxima responsable de los contenidos, no previó una ocasión magnífica para ganarse el respeto de los ciudadanos y poderes públicos haciendo una cobertura profesional. Nos gustaría creer que se debió a una valoración equívoca de las preferencias, pero no podemos tirar de un razonamiento tan simplista. A las puertas de la campaña electoral, quizás debiéramos pensar que a alguien le interesaba que esa moción no se retransmitirá y que a los extremeños nos convenía más saber cómo se prepara un rico salmorejo. Lo que no entendemos a entender bien es a quién le interesa ese oscurantismo.

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