Patio de butacas
Felipe Fernández

Se pueden hacer muchas críticas – casi todas acertadas- al Consejero de Sanidad de Extremadura, pero nadie podrá poner en duda cómo se faja para proteger al Jefe. Y no solo por acaparar entrevistas y ruedas de prensa sino, sobre todo, por comparecer una y otra vez en la Asamblea de Extremadura intentando apagar fuegos. Así, mientras Vergeles y los diputados socialistas pergeñan a duras penas excusas para defender lo indefendible, Vara permanece ausente, ajeno a sus obligaciones políticas para con la cámara y dejando su agenda vacía, como ha quedado recientemente demostrado. No sé por qué el Presidente de todos los extremeños se niega a ir a la Asamblea; desconozco sus motivos para dejar sus comparecencias públicas casi en blanco; ignoro si hay causas personales, físicas o de otra índole que le hacen ocultarse de la vida pública, pero su comportamiento político, mucho más teniendo en cuenta el momento que estamos viviendo, es absolutamente intolerable, indigno del poder que ostenta. Bien es verdad que, a pesar de la que está cayendo, a pesar de unos números que sonrojarían a cualquier representante político, a pesar de tantas decisiones erráticas, a pesar de la inestable situación laboral de tantos y tantos extremeños, de tantos negocios naufragando, de tanta precariedad, los sindicatos permanecen quietos y callados, agradeciendo su buena alimentación, lo que supone no poco alivio para el ejecutivo. Si no fuera por lo que el gesto tiene de  descriptivo, sería casi cómico observar como acuden ufanos a la sala de prensa de la Junta cada vez que se les requiere para firmar acuerdos de mucho celofán y poco contenido, agradeciendo con su presencia, eso sí, las generosísimas subvenciones recibidas. No obstante, bien pensado, quizá salgamos ganando con las repetidas ausencias del señor Presidente; total, para que se dedique a farfullar insensateces e incongruencias respecto de la vacuna, quizá sea mejor que permanezca escondido o paseando por el patio de la Asamblea mientras sus subordinados se esfuerzan en no hacer el ridículo con sus intervenciones sobre la Covid. Por eso sorprende tanto que el que aseguró que no cambiaría la ley que le impedía presentarse por tercera vez, haya resuelto su presunta agorafobia y se haya hecho presente, esta vez sí, para anunciar su candidatura a la reelección de su partido. Si tuviera algún pudor político y unas gafas recién graduadas, debería regresar a su madriguera y allí, resguardado de aduladores, palmeros, sindicalistas y estómagos agradecidos, echar cuentas sobre lo logrado. Dicen que fue cabal. La política extremeña necesita una renovación total de caras, nombres y actitudes. Y ya vamos tarde.

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