Estrategia electoral o no, lo cierto es que FernĆ”ndez Vara derivó la atención mediĆ”tica con su sorpresivo anuncio de someter a una moción de censura al Ejecutivo de Monago. La moción se debatirĆ” este miĆ©rcoles en el Parlamento ante la atenta mirada de los ciudadanos. Vara afirma que āno le ha quedado mĆ”s remedioā y Monago, por su parte, le acusa de haber āperdido la cabezaā. El socialista tratarĆ” de romper la sintonĆa entre IU y el Prex-Crex con el Partido Popular presentando una baterĆa de medidas y propuestas de gobierno para el escaso aƱo de legislatura que restarĆa, en caso de que prosperase la moción. Vara asegura que āes su obligación con los extremeƱos si se observa el incremento del paro, el receso del PIB y la fractura social que se estĆ” generandoā. Los populares defienden que āel ataque viene orquestado por Rubalcaba, quien toma a Extremadura como un laboratorio para sus experimentosā. AdemĆ”s acusan al lĆder socialista de ser oportunista en el planteamiento y le exigen que dimita si la moción no llega a buen puerto.
Ciertamente, aunque hablamos de un instrumento polĆtico perfectamente legal, no parece que sea el momento mĆ”s propicio. En primer lugar, porque no hay aĆŗn una alternativa de gobierno encima de la mesa ni tan siquiera las propuestas sobre las que pretende basarse el cambio, y segundo, porque a un aƱo de las elecciones, esta región deberĆa alejarse de todo lo que suene a inestabilidad. Han pasado tres aƱos desde que Monago formase gobierno gracias a la abstención de IU en el momento decisivo, y los ciudadanos deberĆan ratificar o no con sus votos la confianza que depositan en su gestión. A nadie se le escapa que se trata de una estrategia polĆtica para dejar en evidencia a Escobar, que inevitablemente debe pronunciarse, pero se equivocan los socialistas pensando que le pasarĆ” factura a IU. El divorcio escenificado con Cayo Lara no ha hecho mĆ”s que sumarle votos contrariamente de lo que dicta el sentido polĆtico. La consecuencia puede radicar en que la gente ha perdido confianza en la polĆtica, y aunque los datos de Monago no respondan a su programa de gobierno, tampoco el PSOE representa una alternativa de cambio. La experiencia dicta que los ciudadanos castigan la zozobra y la incertidumbre. Hay que remontarse hasta 1987 para ser testigo de otra moción de censura, la que presentó Alianza Popular (AP) a Ibarra. No fructificó. Solo contó con los 16 apoyos de su grupo.
Una moción de censura no es mĆ”s que un mecanismo legal que la ley prevĆ© para desplazar del poder a aquel que lo ostenta sin mayorĆa absoluta. Sin embargo, las alternativas que se presentan en el horizonte restan credibilidad a la jugada de estos dĆas. Pudiera ocurrir que el PP salvase la situación, y volviera a ganar las elecciones. O las perdiera. En ambos casos el trĆ”mite no tendrĆa mayor trascendencia que la agitación polĆtica del momento. Veremos.