Comercio minorista

Escuchando a unos y a otros parece que viviéramos en ciudades distintas. Por un lado están los optimistas recalcitrantes, los que se distinguen del resto porque ven en Cáceres un cielo más azul, un entorno donde desarrollar tus competencias profesionales y acomodarte plácidamente en el paraíso de los jardines y las rotondas. Para esta tribu urbana tenemos de todo y no necesitamos más. En el otro extremo ideológico, al borde de la complacencia inversa, se sitúan los de rancio abolengo, los que pululan a sus anchas en foros de periódicos digitales y encuentran en la crítica acérrima un descargo para sus conciencias despellejadas. A estos nada les parece bien, Cáceres es un cementerio donde descansan paquidermos, allá donde los salmones nadan contra corriente para desovar. Unos y otros analizan desde visiones antagónicas la realidad de esta ciudad. Va a ser cierto eso de que el cacereño es una persona de extremos. Y cuando hablamos del comercio, el debate alcanza cotas de belicismo dialéctico.

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Aún reciente la presentación del Plan de Dinamización Empresarial hace escasas semanas en el Edificio Embarcadero, Fernández Vara convocó a los comerciantes minoristas para charlar sobre la situación que atraviesan en esta ciudad pequeños y medianos empresarios. Gesto interesante. Sin embargo, el empresario no está necesitado de intenciones, sino de actuaciones efectivas que colaboren en paliar la escasa actividad económica que se respira en la capital de provincia. Y eso, queridos lectores, no lo afirmamos desde ninguno de los dos extremos ideológicos. Más bien desde la profunda constatación de que el ritmo de cierre de establecimientos es muy superior a la desaceleración del desempleo. Se trata de un tema tratado con frecuencia en estas páginas de Avuelapluma precisamente por su rotunda conexión con el futuro y prosperidad de Cáceres. El plan de dinamización empresarial se vuelca demasiado en la formación, pero olvida destinar partidas extraordinarias a gastos de inversión y modernización de los negocios locales.

A esto deberá contribuir la puesta en marcha del Consorcio Ciudad Monumental, que ya prevé iniciar su andadura con el desarrollo de proyectos que pongan en valor la Parte Antigua, muy por debajo en rendimiento del resto de ciudades homólogas como Salamanca, Toledo o Ávila. Una herramienta para despegar y aumentar el gasto que los turistas dejan en Cáceres. Turismo que debe apoyarse en el comercio minorista como una red de empresas que transmitan esa imagen de ciudad que todos deseamos.

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