El iceberg – Microrrelatos
Víctor M. Jiménez

La luz de la tarde entra por la ventana, colorea de ámbar las paredes y lame tu piel desnuda. Tumbada sobre mi cama, me ofreces el exquisito manjar de tu carne. Mis manos tiemblan impacientes y el corazón late en mi garganta. Acerco la boca a tus labios entreabiertos y derramo mi deseo en besos cálidos. Arranco notas que gimen en el silencio. Encauzo mis sentidos por tu geografía y por un instante pierdo mi identidad tras un pliegue caprichoso de tu sonrisa.       

Robo las horas breves y las escondo en el fondo del baúl donde guardo los momentos felices.

Luego volverás a tu atalaya para dominar tus posesiones, y yo, que solo soy el más despreciable de tus juguetes efímeros, albergaré la esperanza de tu improbable retorno.

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