Pantalla /
Eduardo Villanueva
Iba a dedicar las líneas de esta columna a disertar sobre la nueva película de Almodóvar, ‘Julieta’, y sobre las razones para ver (o huir) de este nuevo título del afamado director manchego. Pero lo cierto es que, a tenor de las informaciones que vinculan a Almodóvar con los ya famosos papeles de Panamá, no he ido a ver la película y lo mismo –si acaso—me la descargo para poder criticar con coherencia.
Porque resulta muy gracioso que cierto sector de la izquierda (no metamos a todos en el mismo saco, ni todos los que se dedican al noble arte del cine son unos paniaguados) proclame las bondades de un sistema más igualitario y decente para los ciudadanos, mientras luego intenta evitar el fisco a toda costa abriendo sociedades ‘offshore’ en otros países. Es un tipo de izquierda caviar, de la de ‘haz lo que yo diga pero no lo que yo haga’, y –sin entrar a valorar su cualidades artísticas—nos infla bastante las pelotas su demagogia barata de socialistas de boquilla.
Le doy una idea a Almodóvar para su próximo guión: va sobre un demagogo que utiliza plataformas mediáticas para dar lecciones de ética y de moral, a la vez que ‘esconde’ (o escondió) millones en Panamá. La podría interpretar Imanol Arias y la puede hacer en versión drama (porque el ‘thriller’ no es el fuerte de Almodóvar), buceando en la culpa interior del personaje; un personaje que fue camionero, luego deja el camión y se hace puta de lujo, hasta que consigue los contactos necesarios que le brindan la ocasión de multiplicar sus ahorros en el mercado financiero.
Tampoco es cuestión de llamar al boicot. Pero escribo estas líneas a la espera de saber cómo afectará el escándalo de los papeles de Panamá (donde hay otros nombres ilustres de la derecha más rancia, como la hermanísima del rey emérito-mata-elefantes y el Nobel enamorado, Vargas Llosa) a la última película de Almodóvar en los cines. Lo mismo, a Almodóvar ya no le hace falta ni la pluma viscosa del crítico Carlos Boyero para hundir uno de sus estrenos, porque él solito está protagonizando una de las campañas de promoción más bizarras que se puedan imaginar.
Y es una pena, porque parece que ‘Julieta’ apunta maneras. Y porque Almodóvar no levanta cabeza desde el éxito de ‘Volver’. Y eso fue en 2005; ya ha llovido… Cierto es que deberían haberle detenido, no por los papeles de Panamá, sino por el engendro que estrenó en 2013, bajo el nombre de ‘Los amantes pasajeros’. Una comedia que fracasó en la taquilla y que confirmó que Almodóvar (el mismo que perteneció a la desenfadada movida madrileña) ya no era gracioso; de hecho, lo mismo, después de lo de Panamá ya ni cae en gracia.
El hermano de Almodóvar, Agustín, se ha sacrificado y ha asumido la responsabilidad de su vinculación en los papeles de Panamá. Una decisión que solo se entiende por el hecho de que la máquina de hacer dinero de la familia es Pedro (Peeeedrooo) y Agustín no tendría tantos millones sino fuera por el talento de su hermano. Así que mejor sacrificar a éste y así poder correr un tupido velo.
Un velo complicado de volver a levantar, porque no podemos olvidar que el señor Almodóvar mantiene una SICAV y solo tributa al 1% en España. Un instrumento que aprobó su amigo ZP (el de la ceja) en 2005 y que Rajoy ha mantenido en el tiempo. Pues nada, señor cineasta, que le compre la entrada de su película sus amigos y familiares, porque yo desisto.