Desde mi ventana
Carmen Heras

En la misma página del periódico aparece la victoria de Messi y la lucha interna de poder mantenida ahora mismo en Ciudadanos. Viendo las dos noticias, no puedo por menos de pensar en las ironías propias de algunos destinos personales (más o menos trabajados), y en las casualidades del azar y la fortuna, que encumbran a unos y destrozan, sin embargo, a otros.

La primera vez que oí hablar del argentino fue cuando llegó al Barcelona. Como no soy aficionada al fútbol, pero sí que entiendo las pasiones que levanta, escuché en silencio a un alto cargo, mujer por más señas, ensalzarlo con fruición por sus valores deportivos. La fama del jugador se ha mantenido todo el tiempo de su carrera y la victoria de hoy es el broche de oro para la etapa final de una excelente trayectoria. No ocurre lo mismo con Ciudadanos. De comenzar con unas grandes expectativas, ha pasado a visualizarse como un partido en derrumbe, con unos dirigentes que no pudieron o no supieron hacer lo que debían con la organización. Lástima.

Porque yo creo que no se trata de ganar siempre, sino de saber navegar con sabiduría e inteligencia en el mundo político para conseguir mantener la ilusión de los hipotéticos votantes, de modo que éstos te sigan teniendo como una posibilidad real de alternativa. Ciudadanos despilfarró su caudal de votos con sus decisiones y sus pactos errados aquí y allá. Lamentablemente. A veces, copiar de otros partidos lo “malo” de ellos, y nada de “lo bueno” tiene estos resultados.

¿Alguna vez en España se volverá al bipartidismo? Posiblemente. Nadie lo vaticina, más bien al contrario, quizá para justificar la falta de apoyos que los partidos tradicionales tienen en la actualidad, debido a sus propios defectos. Es más fácil hacer recaer los resultados de la existencia de un mapa tan diverso en opciones, en la propia complejidad del electorado y la sociedad de hoy (que sin duda existe) que hacer un verdadero examen de conciencia del por qué algunas siglas perdieron tantos votos en votantes clásicos incondicionales.

Como en las reuniones de todo tipo, o en las clásicas asambleas de militantes, la falta de asistencia de muchas personas afines no debiera ser achacada a los modos de vida de hoy -tan proclives al desinterés- a la falta de tiempo, y cosas por el estilo. El abandono de muchos tiene más que ver con la desilusión de quien lo deja convencido de que por algunos caminos es imposible avanzar. Como en educación, hay cuestiones no escritas relativas a lo no formal que avisan de la no pertinencia de actitudes y métodos que son imposibles de asumir, por mucho que se las pretenda recoger detrás de unos nombres que otros volvieron ejemplares y notorios.

Porque, convénzanse amigos, volar lo que se dice volar en pos de ideas metafísicas que a nada conducen o que se desmontan en la práctica cada día, ya no lo hacemos nadie, no les parece? Porque lo único cierto es que ya nadie vuela salvo cuando se sube a los aviones.

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