Diecisiete accidentes durante la primera operación salida del verano
Archivo.

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Dudas de papel /
Goyo Tovar

Antes de llegar al corazón de la ciudad medieval de Cáceres, entrando por el norte, una extraña portada presenta al turista la primera curiosidad que todo guía utiliza para iniciar el muestrario de anécdotas y esencias históricas. Y entonces explica que el Arco de la Estrella tiene la particular compostura de jambas corridas en razón de que tan sólo así la puerta de entrada permitía no solamente el acceso de los carruajes sino su giro holgado -a la izquierda- para que se pudiese facilitar las tareas de carga y descarga en el palacio de Bernardino de Carvajal y Moctezuma. Así que el buen señor de Carvajal solicitó al Ayuntamiento el derribo de la antigua puerta y la construcción de un acceso oblicuo sobre la muralla.

Todo lo anterior viene bien a colación para que volvamos a saber que el tránsito, entradas y salidas al centro urbano de la ciudad cacereña, es problema mayor y reiterado del que no debemos responsabilizar a los gobernantes modernos, que bastantes problemas acumulan con los problemas que acumulan viandantes, comerciantes y transeúntes gracias a los modernos gobiernos.

La vida en la calle ha dejado de ser sosegada. Si hay tráfico rodado, el miedo, los humos y los ruidos irritan al peatón. Si se decide transformar una vía en zona peatonal, los usuarios de las ruedas maldicen tanta afición andariega. Los comerciantes tampoco tienen sosiego; también quieren que el tránsito callejero facilite la afluencia y acerque compradores -por la derecha y por la izquierda- a sus productos; aunque en esa facilitación no tenemos claro si es mejor que el acercamiento deba producirse a pie o a coche aparcado.

Repetimos entonces la misma necesidad de antaño; la que tuvieron los romanos, visigodos, árabes, cristianos, vasallos y nobles. Todos tenemos necesidad de ir/venir, llevar/traer, cargar y descargar y, siempre que ocurre una circunstancia que afecta a todos, ha de regularse la actividad en el espacio y en el tiempo, que eso es la disciplina. La articulación entonces de los distintos tiempos, usos y espacios ocasionará las molestias que exigen las compatibilidades.

Nos falta entonces el diseño disciplinado de una carga/descarga, acceso/tránsito/, viandante/cochero que tenga la interesada astucia de adaptación del Arco de la Estrella. ¿Quién quiere sentarse en la mesa?

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