A los sistemas de saneamiento y drenaje urbano no deberían verterse nunca residuos sólidos como toallitas, compresas, bastoncillos, chicles, pelusas, etc. Este hábito puede causar serios daños tanto en las instalaciones interiores de las viviendas como en la red de alcantarillado general y en las depuradoras de aguas residuales. Arrojar por el retrete desechos que deberían depositarse en el cubo de basura es, por desgracia, una mala praxis demasiado extendida; un hábito que amenaza no solo a las infraestructuras encargadas del saneamiento, sino a los propios ecosistemas acuáticos.
Las toallitas que se arrojan equivocadamente por el inodoro se han convertido en una de las principales amenazas para las infraestructuras de drenaje y depuración. Si se tiran por el váter, acaban enmarañándose y ocasionando enormes tapones en colectores, arquetas o estaciones depuradoras. La solución es sencilla: una vez usadas, hay que tirar las toallitas a la papelera o al cubo de basura. De hecho, anualmente llegan a las estaciones de depuración de Canal de Isabel II en Madrid más de 30.000 toneladas de residuos sólidos indeseados.
El viaje que emprende una toallita, junto al resto de residuos, cuando se tira por el inodoro, la lleva por las tuberías interiores de las viviendas, donde se pueden producir atascos, sobre todo si también se vierten detergentes, aceites y otros elementos que contribuyen a que se formen acumulaciones de mayor volumen. Posteriormente, discurren por la red de alcantarillado y las instalaciones de bombeo de aguas residuales. Finalmente, y por regla general, llegan a las depuradoras.
La composición de las toallitas hace que tarden demasiado tiempo en deshacerse. A diferencia del papel higiénico, que en poco tiempo se disuelve por completo, las toallitas no se degradan lo suficientemente rápido y llegan intactas a las plantas de depuración, donde se pueden enredar en rejas, tamices y bombas. A la posibilidad de que estos elementos queden fuera de servicio cabe añadir otro riesgo: el que sufren los operarios encargados de desatascar los equipos hidráulicos.
Una vez retirados los residuos de depuradoras, estaciones de bombeo o aliviaderos, se llevan a vertederos: el destino al que deberían haber ido desde un primer momento si se hubieran depositado en una papelera o en el cubo de basura.
“Encesta las toallitas en la papelera”
Para atajar esta problemática, resulta indispensable realizar una correcta gestión de los residuos domésticos. Por ello, con ánimo de concienciar y sensibilizar sobre esta cuestión, Canal de Isabel II lanzó hace unos meses la campaña “Encesta las toallitas en la papelera”, en la que advierte a la ciudadanía de las devastadoras consecuencias que acarrea utilizar el inodoro como cubo de basura.
Y es que aunque las rejas, tamices, mallas y demás sistemas de retención ayuden a contener la contaminación, Canal insiste en que se trata de remedios paliativos. La solución definitiva está en el origen: en depositar las toallitas y los residuos sólidos urbanos en la papelera o en el cubo de basura. Por el váter, además de orina y heces, únicamente se debe desechar papel higiénico.