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Dudas de papel /
Goyo Tovar

En aquellos tiempos, los romanos se cansaron de la diarquía, que era una especie de gobierno salido del acuerdo de una especie de bipartidismo antiguo y el emperador Diocleciano, ideó la tetrarquía para intentar regular el caos, no del bipartidismo sino de los abusos de poder. En estos tiempos, como los hispanos parece que se han cansado del bipartidismo, por números y cuentas resulta que nos hemos dotado de la posibilidad de un gobierno tetrarca, oficiado por cuatro personas salidas de cada uno de los partidos reinantes. No se asusten, que cosa parecida intenta convenirse en Catalunya.

Por lo que leo, oigo y veo, pocas son las recomendaciones dirigidas a que se implanten conversaciones públicas radiadas y televisadas dirigidas a fomentar la calma y a observar la responsabilidad de los cuatro grandes jerarcas, que también deberían demostrar su condición de personas persuasivas y rebosantes de sensatez. Pronto hemos olvidado el circo mediático diseñado para aplaudir discusiones en la que pueda imperar el desprecio y la falta de asertividad. ¿Es difícil organizar un debate público, a cuatro voces, sobre posibles pactos que nuestro país necesita provenientes de cada uno de los cuatro próceres?

Lo que sucede es que ya hay un tetrarca que se ha autoexcluido porque en su aspiración inicial no le cabe eso de compartir poder ni responsabilidad de mandato. Otro de los neojerarcas ya ha pintado líneas rojas en el suelo para que el hipotético grupo director conozca donde no habría que pisar y no abriese la boca, lo que impide el diálogo de la manera más infantil y pintoresca. El tercero para esta concordia, ha crecido de manera ruin con presuntas malas herencias que adjudican los otros mandones. Y el primer triunfante carece de condición de líder.

Hasta ahora, aquí pintan las líneas rojas desde Bruselas; unos hombres vestidos de negro, que -saben ustedes- es un color no reivindicado por ninguna formación política de este país. Yo tengo un prejuicio: que si bien acudirían los cuatro a presentar de nuevo proyectos particulares, mal se dispondrían para anunciar y encajar voluntades comunes desprendiéndose de aquello que irrita al buen vecino.

Tengo duda de que este encuentro a cuatro bandas se produzca. Tampoco escucho voces que promuevan la tripartita opinión de bancos, empresarios y sindicatos.

 

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