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Si te viera Schopenhauer /
Sergio Martínez

El otro día tuve la suerte de asistir a la charla sobre ‘Periodismo en zonas de conflicto en el siglo XXI’ organizada por la Fundación Academia Europa de Yuste en el Ateneo de Cáceres que impartía el periodista extremeño Ángel Sastre. Lo primero que me sorprendió de la charla es que el auditorio estuviera lleno y que, de hecho, me tuviera que quedar de pie para escucharla. Al contrario de molestarme, el encontrarme esa expectación son de los pequeños gestos que, tras la elección de Donald Trump, te hacen que vuelvas a tener un poco de esperanza en la humanidad. Esperanza que se desvaneció a los pocos minutos de comenzar la charla.

El periodista, que se encontraba en Extremadura para recibir el más que merecido premio Extremeños de Hoy del diario regional dl mismo nombre, nos contó sus experiencias como reportero así como su secuestro en Siria durante el año pasado. La verdad es que no se puede negar es uno de esos periodistas que se nota que lleva la profesión en la sangre.

Una vez hablado de su forma de trabajar y algunos de sus reportajes más conocidos en Latinoamérica, Ucrania o Siria, nos estuvo comentando la precariedad laboral actual de un periodista de conflictos, o lo que toda la vida hemos conocido como corresponsal de guerra y que desgraciadamente es una figura que escasea en la aldea global que es el mundo hoy.

Son ellos los que se costean los viajes, intérpretes, entradas y huidas en los países, etc., para luego malvender la pieza a una radio por 50 dólares, como nos contaba Ángel

Gracias a las nuevas tecnologías cada vez se da menos importancia al trabajo de una cámara, un periodista o un fotógrafo en un conflicto. Los grandes medios ni las grandes agencias ya no envían a equipos a cubrir los grandes o pequeños conflictos. Son periodistas locales o periodistas freelance los que van a los conflictos para informar de lo que allí suceden, pero sin el respaldo de una empresa, de un sueldo o de un seguro. Son ellos los que se costean los viajes, intérpretes, entradas y huidas en los países, etc., para luego malvender la pieza a una radio por 50 dólares, como nos contaba Ángel.

Y esta situación me lleva a la reflexión de que cada vez la información importa menos. Lo único que importa en esta vida son los números, los costes y los beneficios. Como nos contaba Ángel, utilizaba sus vacaciones y sus recursos para viajar a conflictos a informar. Pero si los medios cada vez desprecian más el trabajo de estos periodistas y siguen bajando sus nóminas, Quién quedará para contar los hechos allá donde no existe libertada. ¿Quién quedará dispuesto a contar las atrocidades de las que es capaz la humanidad? Y mientras, hay más de sesenta guerras en el mundo y como mucho, Siria, Irak y Afganistán salen en los medios de comunicación.

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