Reflexiones de un tenor
Alonso Torres

Dicen que pronunciando los cien nombres del río Nilo (me gusta más el río Indo, que para mí, es El Gran Río; ahí está, ahí va, recorriendo Asia, de donde vienen los gigantes, yendo de Norte a Sur por el Oeste del subcontinente Indio, “regalando” al mundo, en tiempos de la Edad del Bronce, Mohenjo-Daro, cuna, junto con la zona del Tigris y el Éufrates, de la agricultura, allí donde dejamos, los humanos, de vagabundear y nos asentamos creando las primeras ciudades, y ya saben aquello de Sócrates, ¿verdad?, “preferible es morir que vivir fuera de la civilización”, entendiendo civilización como ciudad, como polis), digo, que pronunciando los cien nombres del río Nilo se compone una oración, jeje, y esta es la mía: Reina, Melo, Capón Eusebio, Heredia, Irureta, Adelardo, Benegas, Salcedo, Gárate, Becerra, Pacheco, Luis Aragonés, Alberto, Ayala, Ovejero, Rodri, Bermejo, Panadero Díaz, Ufarte, Quique, Salcedo Cabrero, Raya, Juncosa, Fraguas, Laguna, Martínez Jayo, Pataco, Leal… el equipo del Atlético de Madrid en la temporada 1973/74…

Sabina me cae como el culo pero su canción/himno.no.oficial dedicada al Colchonero Equipo me pone

No me han gustado nunca los himnos, y menos los oficiales, aunque es cierto que canciones tengo que llevo a modo de tales, sí: Los Cuatro Muleros, Para Cuando Me Vaya, Ogni Amante È Guerrier…; y es bien cierto que Sabina me cae como el culo (razones tiene el corazón que la misma razón desconoce) aunque sea al tío que más he visto/escuchado (santa dualidad de la música según Sollers) en conciertos en directo, pero su canción/himno.no.oficial dedicada al Colchonero Equipo me pone, me gusta, me hace soltar lágrimas (uno, que es un sentimental) y me hace soñar con El Calderón (donde vi, por ejemplo, un Atlético de Madrid Vs Atlétic Club de Bilbao apasionante, 3-2; o donde me descojoné en un Cádiz en la Copa del Rey, “¡¡¡indigno!!!”, gritó un aficionado como insulto supino al réferi)…

Mi padre (al que seguramente no le guste esta columna) conoció El Metropolitano (al que iba en los tiempos, supongo, de su maravillosa, caradura y especial “mili”; y El Calderón, por supuesto), y me dijo que si escribía sobre el Atlético nos llevaría a mi hijo y a mí a un partido no en el Wanda, no, sino en El Metropolitano (el nuevo, sí, pero Metropolitano al fin y al cabo). Recuerdo un partido de los colchoneros frente a un equipo europeo (vestían de verde, ¿sería el Rapid?), recuerdo el abrazo (cuando le metimos el cuarto gol) que nos dimos mi padre y yo, y ya lo dije antes, ¿no?, soy un sentimental, lloro anticipándome a ese abrazo que nos daremos las tres generaciones cuando Saúl (me “comí” hace años un truño de libro titulado “Saúl ante Samuel”, y no diré de quién) empalme la pelota y esta acabe en el interior de la portería contraria, moviendo como viento, la red del cancerbero rival…

 

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