La bruja Circe
Cuentan de los celtas que al acercarse el solsticio sus Diosas, sus hadas, sus fuerzas elementales y animales libres celebraban festivales y rituales para invocar su presencia y pedir dones.
A el Aire, con el humo del incienso. A al Fuego, con pequeñas hogueras con ramas de los siete árboles celtas. El Agua, a través de una copa de agua o cáliz de cerveza. A la Tierra, con un platillo de sal en el que se le marca la espiral celta.
Invocan que fuerzas residen en los cuatro elementos esenciales para la vida humana: el aire, el agua, la tierra y el fuego. Y habitan las cuatro Atalayas, que tenían sobre los elementales que allí habitan.
A los elementales se les encargan los problemas y cuestiones que necesitan un poco de ayuda para salir bien.
Los Genios del Aire, están en la Atalaya del Este y son los silfos y las hadas se acompañan de luciérnagas brillantes, mariposas y ruidosas cigarras. Su tarea es la de cuidar de los pensamientos, las ideas y los sueños de los seres humanos. Los invocaban para tener estabilidad emocional, alejar las angustias, los miedos, la depresión.
Los Genios del Agua, las Ondinas, sirenas y habitantes de la aguas. Habitan la Atalaya del Oeste. Cuidaban de las emociones y sentimientos, son las encargadas de que nuestros caminos y las vidas estén llenas de amor. Con parejas, familias y amigos.
Los Genios del Fuego son las salamandras de la Atalaya del Sur. Son las encargadas de dar fuerza, salud y resistencia contra todos los males. Atraen la energía que nos ayuda a salir de las enfermedades o rechazarlas y superar las pruebas que se vayan presentando.
Los Genios de la Tierra tienen su hogar en el Norte, en un lugar despoblado de alguna montaña. Son los gnomos y los duendes los que los rigen, obedeciendo los mandatos de sus Hadas y Diosas.
Cuidan de los bienes materiales y el sustento diario. Los poderes de la tierra propician el trabajo y la economía.